"El Cid", el único capaz de sacar partido de una importante corrida del Pilar

  • El torero Manuel Jesús "El Cid" fue el único capaz de sacar partido de una importante corrida de la ganadería de "El Pilar", al cortar la única oreja de la tarde, hoy en Bilbao.

Juan Miguel Núñez

Bilbao (España), 27 ago.- El torero Manuel Jesús "El Cid" fue el único capaz de sacar partido de una importante corrida de la ganadería de "El Pilar", al cortar la única oreja de la tarde, hoy en Bilbao.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de "El Pilar", el tercero como sobrero, grandes y hondos. Corrida seria y muy astifina, que, sin dar facilidades del todo, se dejó hacer.

Muy buen toro el primero; el segundo con menos picante, le faltó "transmisión"; el tercero con mucha fuerza en los dos primeros tercios, fue bueno por el pitón derecho; exigente y con menos fondo, el cuarto; el quinto, el más apagado, no aportó nada; y el sexto, con clase y recorrido.

Manuel Jesús "El Cid": estocada (oreja tras aviso); y estocada (ovación).

Sebastián Castella: estocada (aviso y ovación tras petición); y dos bajonazos (silencio tras aviso).

José María Manzanares: media al encuentro y descabello (ovación tras aviso); y pinchazo, media y descabello (palmas tras aviso).

En cuadrillas, Curro Javier se desmonteró en el tercero, y Javier Ambel y Vicente Herrera hicieron lo propio en el quinto. También puso dos buenos pares al cuarto José Manuel Fernández "Alcalareño", aunque si llegar a saludar.

La plaza tuvo más de tres cuartos de entrada en tarde despejada y algo fresca.

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RESURGE "EL PILAR"

El pormenorizado análisis del juego de los toros deja bien claro lo importante que fue la corrida.

La ganadería del "Pilar", predilecta de "las figuras" no estaba echando precisamente una buena temporada. Sus corridas en plazas de segunda dejaban mucho que desear sobre todo por lo que se refiere a presentación.

Pero hoy se ha desquitado con creces. Menuda corrida ha lidiado en Bilbao, y no sólo por su impresionante fachada. Toros que han tenido al cincuenta por ciento empuje y entrega, fijeza y temple. Una corrida que ha alternado clase y exigencias, en la que caben muchos matices, pero corrida con el calificativo final de importante.

A todo esto "El Cid" fue el único capaz de sacar partido de los toros. Desde luego con el primero no cabía otra cosa. Un toro con mucha continuidad en la embestida, de excelente son por el pitón derecho.

Estuvo "El Cid" aquí con mucha disposición y lució la enjundia de su buen toreo a derechas. Una faena muy ligada y compacta de principio a fin, perfectamente coronada con el estoque.

El cuarto fue toro con menos fondo, pero que tuvo también muchas posibilidades. Por ponerle alguna pega, el hecho de salir en ocasiones con la cara alta al final del muletazo.

La faena tuvo buenos propósitos, sin embargo, a cada serie le faltó un cuarto o incluso un quinto muletazo, pues prácticamente todas las tandas terminaron siendo de tres y el de pecho, y así no hubo la emotividad necesaria para el triunfo.

Castella tuvo también un buen toro, su primero, al que cuajó una labor solamente discreta, sin la rotundidad que merecía el astado. La estocada, no obstante, hubiera sido suficiente en otra circunstancia para cortar la oreja que el presidente denegó.

El quinto, el toro más remiso y paradito, apenas dio de sí, y aquí Castella llegó a ponerse pesado.

La primera faena de Manzanares a un toro de 683 kilos -se dice pronto la estampa que tenía el toraco- fue lo que se dice compuestita, de mucha estética y suavidad, de empaque y prestancia, pero sin el ajuste necesario.

El toro, que hizo pasar un verdadero quinario a picadores y banderilleros en los dos primeros tercios, terminó entregándose en la muleta, con un temple y extraordinaria nobleza por el pitón derecho. La faena hubiera sido de triunfo con más estrecheces, con otro compromiso que no fuera solo el de la expresividad.

Algo parecido le ocurriría con el sexto, en el que las dudas de la inseguridad le empujaron a unas pausas innecesarias entre series. Hubo muchos muletazos de uno en uno, algunos tropezados, y otros, fuera de su estilo, agarrándose a los lomos.

En realidad lo que no hizo fue enroscarse al toro como debía. Faena, por tanto, aparente pero sin verdadero fondo.

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