El diestro joselito confiesa que los toros y la ilusión le salvaron de la delincuencia y las drogas


A pesar del previsible tsunami mediático, el torero José Miguel Arroyo, Joselito, ha querido sincerarse en su autobiografía. En ella recuerda los momentos más duros de su infancia, su trayectoria hasta llegar a la cumbre del toreo e, incluso, sus posteriores visitas al psicólogo.
En “Joselito, el verdadero” (Espasa), el diestro madrileño habla de cómo su ilusión por ser torero le salvó de una dura infancia en una familia desestructurada y de los flirteos con el mundo de la delincuencia y las drogas. También valora su paso por la Escuela Taurina de Madrid, donde encontró a la que considera su auténtica familia.
El libro, escrito con la colaboración de Paco Aguado, ha supuesto “una especie de terapia” para el torero, a pesar de que ha sido “dificilísimo” desnudarse en sus páginas. De hecho, una vez retirado de los ruedos, con estabilidad familiar y económica, y después de haber cosechado numerosos éxitos profesionales, José Miguel Arroyo se topó con la realidad de dejar de ser torero para ser “un ciudadano”, según ha reconocido en una entrevista a Servimedia.
La situación le sobrepasó hasta el punto de pensar en el suicidio, algo que también reconoce sin pudor: “Cuando tuve que ir al psicólogo me di cuenta que contando las cosas te liberas”.
ILUSIÓN Y VALORES
“El libro está pensado por si alguien tiene problemas como los tuve yo, que vea que con ilusión al final se arregla todo y que uno puede ponerse el mundo por montera, que es capaz de sobreponerse a cualquier situación”, confiesa su autor.
El hilo conductor de las 303 páginas de “Joselito, el verdadero” es la ilusión a la que se aferra un protagonista que manifiesta abiertamente que “el toreo salva”. Para el diestro, la tauromaquia ofrece valores que le han servido mucho, como son el esfuerzo, la capacidad de espíritu de sacrificio, el respeto y el amor a una profesión.
La biografía, narrada en primera persona y con la sinceridad que le caracteriza a este torero, aborda la historia de su vida desde unos humildes orígenes en una buhardilla de ocho metros cuadrados en el barrio de la Guindalera de Madrid hasta la entrega hace unos meses, de manos del Rey, de la Medalla al Mérito de las Bellas Artes.
“Joselito” fue uno de los defensores de la fiesta de los toros ante su prohibición por parte del Parlamento catalán hace un año, comparecencia en la que confiesa que “daba igual lo que yo hubiese dicho”, ha dicho a Servimedia. Sin embargo, es “optimista” ante esta cuestión, porque “cuanto más se excedan más fuerte será la revolución. Todos los excesos provocan la reacción contraria”, ha declarado.
TRIUNFO Y SUFRIMIENTO
Su trayectoria como matador de toros está marcada por catorce percances de gravedad y la muerte en el ruedo de compañeros como José Cubero “Yiyo” y Antonio González “El Campeño”. Reconoce que ha llorado "muchas veces" y que el éxito también puede hacer “mucho daño”.
“Joselito” repasa las virtudes y defectos que, en su opinión, tienen los toreros que compartieron cartel con él. Asimismo, confiesa que no pudo competir con la irrupción de José Tomás en el escalafón.
Ahora, viviendo como “un currante”, considera haber sido “muy feliz y muy libre siendo torero” y que posee “alma y sentimientos de pobre”, algo que consiste “en aceptar con naturalidad que mañana puedo ir a una casa de acogida a comer”.

Mostrar comentarios