El divo punk Billy Idol presume de tipo en Madrid con un concierto nostálgico

  • Madrid ha escuchado hoy por primera vez en vivo "White Wedding", tema de una época -principios de los años 80- en la que el rock aún engendraba a los divos más grandes de la música, como el singular Billy Idol, que en su concierto en La Riviera ha presumido de tipo en lo físico y en lo artístico.

Javier Herrero

Madrid, 19 jul.- Madrid ha escuchado hoy por primera vez en vivo "White Wedding", tema de una época -principios de los años 80- en la que el rock aún engendraba a los divos más grandes de la música, como el singular Billy Idol, que en su concierto en La Riviera ha presumido de tipo en lo físico y en lo artístico.

Durante cerca de dos horas y ante un millar largo de personas, casi 2.000 almas, el británico ha ofrecido un concierto vital, divertido y a la fuerza nostálgico, como el título de esa canción suya, "Postcards from the Past", al repasar grandes éxitos en solitario, canciones de sus inicios en Generation X y también temas ajenos que le marcaron como "L.A. Woman" de The Doors.

Idol ha compartido estrellato con su fiel escudero, el guitarrista Steve Stevens, junto al que desarrolló buena parte de su carrera y que ha mostrado estar en tan buena forma como la primera figura del cartel, sobre todo en un interludio acústico que él ha convertido a solas en uno de los momentos apoteósicos de la velada.

El show, que forma parte de su gira europea, ha comenzado pasadas las nueve de la noche con un repertorio en tres fases: una primera descarga de energía para abrir boca, una parte central más bucólica y un final de traca, como corresponde a un concierto de punk rock, con "Rebel Yell", "White Wedding" y "Mony Mony".

Entre medias, a Idol le ha dado tiempo a cambiarse más de seis veces de vestuario, luciendo vientre plano a sus 56 años -mejor físico que la mayoría de los asistentes- y su caracerístico cabello rubio, que mantiene intacto la intensidad del color y la altura del cardado.

Su punk vital e inofensivo, deudor de forma explícita de la música de los Beatles y los Rolling Stones, ha atraído a La Riviera de Madrid a melenudos y encuerados, pero menos de los que podría pensarse, sumergidos entre una mayoría de público más convencional en su fisonomía.

El primer tema en sonar ha sido "Ready Steady Go", de la época con Generation X, que a continuación también ha dejado sonar "Dancing with Myself" y, ya hacia el final, "King Rocker", entre otras, muy del gusto del público a tenor de los aplausos.

"(Do not) Stand In The Shadows" se ha quedado quizás un poco corta de energía, pero Idol ha saldado la cuenta después con "Postcards from the Past", otra de las grandes canciones de la noche.

Después, "Flesh for Fantasy" ha recuperado su admiración por David Bowie, con guitarras evocadoras y el micrófono en la entrepierna, y "Too Far to Fall" ha dejado sueltas raudas e indómitas notas.

A falta de "Cradle to Love", otro de sus grandes éxitos, el público ha disfrutado en el tramo más romántico o sereno del concierto de "Eyes Without a Face", "King And Queens of the Underground" y "Sweet Sixteen", en el que Idol y tres de sus compañeros han tejido espalda con espalda una evocadora red de cuerdas.

Gracias a Steve Stevens y algún que otro tema posterior, ha conseguido levantar de nuevo el pulso de la cita, que ha afrontado su final con una sobresaliente "Rebel Yell" incluyendo apuntes de rayos cósmicos y, ya en los bises, "White Wedding", primero de forma más acústica y después con toda la banda.

Tras la brava introducción de batería a cargo de Jeremy Colson, Idol ha acometido el último regalo de la noche, su vital versión de "Mony Mony" de Tommy James & The Shondells. Si, como cuentan, esta fue la canción que sonaba cuando perdió la virginidad, parece que no todos los primeros escarceos sexuales son tan nefastos.

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