El Premio Nobel de Literatura portugués José Saramago no se apellidaba realmente así. En alguna de sus conferencias lo confesaba: "Saramago no era el apellido de mi padre, sino el apodo. El empleado del registro civil estaba borracho y añadió Saramago al nombre que yo debía llevar: José de Sousa.
“Cuando me matricularon en la escuela primaria tuvieron que presentar una partida de nacimiento, y el antiguo secreto se descubrió, con gran indignación de mi padre que detestaba el mote”, añadía el autor portugués.
La rocambolesca anécdota que cuenta siempre José Saramago se expande aún más, como si fuera uno de esos cuentos kafkianos, según aseguraba el autor de “Ensayo sobre la Ceguera”.
“Lo peor fue que llamándose mi padre José de Sousa, la ley quiso saber cómo tenía él un hijo cuyo nombre completo era José de Sousa Saramago. Así, intimidado, no tuvo más remedio que hacer un nuevo registro de su nombre, por el cual pasó a llamarse también José de Sousa Saramago, como su hijo", explicaba el escritor portugués.
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