EL FIS viaja al mejor Barroco con Gardiner en su concierto inaugural

  • De Bach a Haendel pasando por Scarlatti, Sir John Eliot Gardiner ha oficiado esta noche en la jornada inaugural del Festival Internacional de Santander (FIS) un concierto consagrado a la música religiosa del Barroco, un viaje lleno de emoción que ha entusiasmo a un público expectante.

Lola Camús

Santander, 4 ago.- De Bach a Haendel pasando por Scarlatti, Sir John Eliot Gardiner ha oficiado esta noche en la jornada inaugural del Festival Internacional de Santander (FIS) un concierto consagrado a la música religiosa del Barroco, un viaje lleno de emoción que ha entusiasmo a un público expectante.

Y es que Gardiner ha alzado el telón del primer Festival de Santander diseñado de principio a fin por la nueva dirección que encabeza el director de orquesta e instrumentista Jaime Martín, que tomó las riendas del FIS el año pasado, cuando parte de la programación ya había sido cerrada por su antecesor, José Luis Ocejo, tras más de tres décadas al frente del festival.

Por eso había expectación entre el público que casi ha llenado el aforo de las Sala Argenta del Palacio de Festivales en una jornada inaugural en la que la música barroca ha sido la gran protagonista, de la mano además de un maestro indiscutible y de dos de las formaciones que ha creado en su larga y fructífera carrera: los English Barroque Solist y el Coro Monteverdi.

El coro celebra este año su primer medio siglo de vida y lo festeja con una gira de conciertos que le ha llevado a citas tan prestigiosas como el Festival de Salzburgo. Tras su paso por Santander, mañana actuará, junto a la misma orquesta y bajo la batuta de Gardiner, en la Quincena Musical de San Sebastián, donde ofrecerán el mismo programa.

Un programa que une a tres compositores excepcionales que se acercaron por caminos bien distintos al sentimiento religioso en sus partituras pero que vinieron al mundo el mismo año, en 1685: Johan Sebastian Bach, Domenico Scarlatti y Georg Friedich Haendel.

John Eliot Gardiner ha tocado otros muchos palos. Ha dirigido obras que abarcan toda la historia de la música culta, de Monteverdi a Janacek, pero su mundo es el Barroco. Está considerado como uno de los directores que mejor se ha acercado a ese rico repertorio, siempre a la búsqueda de la autenticidad.

Defensor de las interpretaciones con instrumentos históricos, el año pasado celebró su 70 cumpleaños y decidió regalarse a sí mismo y al público que tuvo la suerte de asistir al evento algo muy especial: nada menos que un "Maratón Bach" de nueve horas de duración en el Royal Albert Hall de Londres junto a los English Baroque, el Coro Monteverdi y otros artistas.

También el año pasado reunió la experiencia de toda una vida con la música de Bach en su primer libro, "Music in the castle of heaven" ("Música en el castillo celestial") y en alguna entrevista en la prensa inglesa confesó que, para él, el compositor alemán es toda una obsesión.

Y con Bach y su cantata "Christ lag in Todes Banden" ("Cristo yace en los brazos de la muerte") ha comenzado el concierto de esta noche, una obra que Gardiner ha descrito como "el primer intento conocido de pintura narrativa de la música".

Aunque no se conoce con exactitud la fecha de su estreno, se cree que pudo ser en 1707, el mismo año en el que Haendel compuso la obra que ha despedido la noche, "Dixit domine".

Gardiner ha contado a los periodistas en Santander, unas horas antes de subirse al podio de la Sala Argenta, que le parece fascinante dirigir dos obras tan distintas en un mismo concierto. Y ha demostrado que sabe como transmitir esa fascinación al público.

Cree que Bach habla de un Cristo que lucha entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal, y Haendel escribe desde el Antiguo Testamento y retrata a "un Dios enfadado que está gobernando a sus enemigos", como si los dos autores hubieran emprendido peregrinajes distintos.

E instrumentistas y cantantes han salido bien parados de ambos retos, incluido el trepidante atletismo vocal que les impone el viajero Haendel en su partitura.

El público ha recibido con largos y calurosos aplausos la interpretación de estas dos obras maestras y también la tercera pieza de la noche, en la que el coro ha sido el gran protagonista, el "Stabat Mater" de Domenico Scarlatti, músico en la corte española de Nápoles y después en Lisboa y Madrid.

Aunque los especialistas no saben dónde compuso esta pieza que habla del dolor de María ante la crucifixión de su hijo, Gardiner siente que fue en España porque en sus notas escucha la oscuridad del catolicismo español y ve las pinturas del Greco y Velázquez.

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