El flamenco, los ‘castells’ y la Sibila luchan por ser parte de la Humanidad

  • El flamenco, los ‘castells’, el canto de la Sibila de Mallorca y la dieta mediterránea buscan en Nairobi ser declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Cuatro aspectos de la cultura española que con sus candidaturas quieren dar el salto a nivel mundial –las que no lo han hecho ya- y velar por su futuro como arte. España también participa en la multitudinaria candidatura de la cetrería.
M. J. Arias

Ser declarado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es el equivalente a ser Patrimonio Mundial para otros ámbitos. En Nairobi, estos días, cuatro puntales de la cultura española esperan el veredicto de la UNESCO para saber si entran en tan deseada lista. El flamenco, los ‘los castells’, el canto de la Sibila y la dieta mediterránea serán juzgados por su valor cultural y su trascendencia.

El flamenco ya lo intentó en 2005 sin éxito. Un arte conocido a nivel mundial y que supone una seña de identidad del patrimonio cultural del país. Surgido hace varios siglos en la Baja Andalucía, se fue transmitiendo de forma oral de padres a hijos hasta convertirse en lo que es ahora. Instituciones, artistas y todo el mundo del flamenco se ha implicado en una candidatura que busca hacer llegar este arte a los lugares donde aún no lo ha hecho. La campaña ‘Flamenco Soy’, lanzada por la Junta de Andalucía el pasado mes de enero, se ha encargado de dar a conocer la candidatura flamenca. Una iniciativa en la que también han participado otras comunidades autónomas como Extremadura y Murcia, donde este arte también se encuentra muy arraigado.

El flamenco nació, dicen los entendidos, de la unión de culturas tan ricas como la árabe, la sefardí y la gitana en tierras andaluzas, evolucionando hasta convertirse en una seña de identidad del país en su conjunto. Transmitida de forma oral, sobre todo por lo clanes gitanos, está irremediablemente unida al ‘quejío’ andaluz, a través del cual el pueblo expresa su dolor y sufrimiento. Los primeros testimonios fiables sobre cantaores datan del siglo XIX. Vivió épocas de mayor y menor esplendor, de marginación y desprecio y de servicio a los ‘señoritos andaluces’. Hasta que en los 60 recuperó sus raíces en los tablaos. En la actualidad, cantaores como Paco de Lucía y Vicente Amigo han convertido el flamenco en un arte a nivel mundial.

Los ‘castells’, hacia lo más alto

En las fiestas populares catalanas es muy común ver impresionantes torres humanas en sus plazas. Se trata de los ‘castells’, una tradición centenaria que intenta abrirse un hueco en el mundo con su candidatura a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Conseguirlo sería el colofón perfecto para una práctica que cuenta con doscientos años de historia y que atraviesa en la actualidad uno de sus mejores momentos. Dicen las cifras que actualmente hay 70.000 ‘castellers’.

El primer registro documental que se tiene de estas torres humanas data de 1801 en la Fiesta Mayor de Valls. Desde entonces, los ‘castells’ han ido adquiriendo popularidad por toda Cataluña, pero también altura. Piso a piso, a finales del siglo XX llegaron a los diez con los que cuentan actualmente. Aunque, por ahora, sólo se ha conseguido culminar un ‘castells’ de tal altura en dos ocasiones.

La Sibila, de Mallorca a Nairobi

El día de Navidad en las iglesias de Mallorca se interpreta un canto gregoriano medieval con siglos de tradición a sus espaldas. Es el canto de la Sibila, un arte catalogado ya en la isla como Bien Inmaterial de Interés Cultural que busca dar el salto internacional con su reconocimiento por la UNESCO en Nairobi. Una tradición que en Mallorca está muy arraigada y que ha logrado sobrevivir al paso de los años transmitiéndose de generación en generación.

La sibila era vista antiguamente como un oráculo que predecía las maldades que vendrían al mundo. Procedente de la cultura griega clásica, el cristianismo se la apropió borrándola como figura pagana.

La dieta mediterránea y la cetrería, candidaturas conjuntas

Reconocida ya por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la ONU como uno de los modelos alimenticios más saludables, la dieta mediterránea aspira a un nuevo reconocimiento en Nairobi. Esta vez con el sello de la UNESCO y con el apoyo a la candidatura de España, Marruecos, Italia y Grecia. Un arte culinario compartido cuyas bondades son cada vez más aplaudidas y que cuenta con el respaldo de cuatro países, pero también de más de 9.000 años de historia. Si ha perdurado tanto en el tiempo, por algo será.

Verduras, frutas, hortalizas, legumbres, cereales, vino y, por supuesto, el pan y el aceite de oliva son algunos de los ingredientes más comunes en una dieta de las más saludables, sanas y equilibradas que existen. Aplaudida por los médicos y elevada a los altares por los mejores cocineros del mundo, la dieta mediterránea es, también, un gran atractivo turístico para quienes no están bañados por el Mar Mediterráneo.

Mucho más concurrida está la última candidatura en la que España toma parte. La cetrería, el arte de cazar con aves rapaces, también busca un hueco como Patrimonio Inmaterial apoyada por Arabia Saudita, Bélgica, Emiratos Árabes Unidos, Eslovaquia, Francia, Mongolia, Marruecos, Qatar, República Checa, República de Corea, República Árabe Siria y, por su puesto, España.

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