El Liceo estrena "El cazador furtivo", de Weber, el clásico romántico alemán

  • Barcelona.- El Gran Teatro del Liceo de Barcelona acoge desde hoy y hasta el 30 de mayo la ópera "El cazador furtivo", de Carl Maria von Weber, claro exponente de la ópera romántica alemana, con una puesta en escena firmada por Peter Konwitschny.

El Liceo estrena "El cazador furtivo", de Weber, el clásico romántico alemán
El Liceo estrena "El cazador furtivo", de Weber, el clásico romántico alemán

Barcelona.- El Gran Teatro del Liceo de Barcelona acoge desde hoy y hasta el 30 de mayo la ópera "El cazador furtivo", de Carl Maria von Weber, claro exponente de la ópera romántica alemana, con una puesta en escena firmada por Peter Konwitschny.

Ópera en tres actos, "El cazador furtivo" cuenta con libreto de Johann Friedrich Kind, se estrenó en 1821 en la Schauspielhaus de Berlín y no llegó al Liceo hasta 1849.

La ópera de Weber, que es un tradicional "singspiel" en el que los números musicales alternan con los diálogos, se basa en una leyenda popular, con elementos fáusticos.

La acción de la historia se desarrolla en una zona boscosa de Bohemia, en una naturaleza salvaje y misteriosa, pocos años después de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), y narra los intentos del diablo Samiel y del malvado Kaspar por comprar el alma del pobre guardabosques Max, que debe ganar un concurso de tiro para obtener la mano de su querida Agathe.

Cuando se estrenó "Der Freischütz" ("El cazador furtivo") en Berlín tuvo un éxito enorme en el mundo germánico, que pronto se extendió por el resto de Europa y América.

Deseoso de ofrecer una alternativa a la ópera italiana vigente, Weber aceptó el libreto propuesto por su amigo escritor Johann Friedrich Kind, prestigioso en el mundo literario de Dresde, sobre una leyenda popular procedente de la colección Gespensterbuch (1810) de Johann August Apel y Friedrich Laun.

La escenografía de esta producción corre a cargo del director de escena alemán Peter Konwitschny (Fráncfort, 1945), director titular de la Ópera de Leipzig, cuya aportación a la historia del teatro radica en las nuevas versiones, tanto estructurales como conceptuales, de las óperas de Haendel y Wagner.

Konwitschny debutó en el Liceo con "Evgueni Oneguin" (1997-98) y posteriormente ha trabajado en Barcelona para las óperas "Lohengrin" (1999-2000 y 2005-06) y "Don Carlos" (2006-07).

La escenografía de "El cazador furtivo" representa un bosque, que, según sostiene Konwitschny en la información remitida por el teatro, "siempre ha sido uno de los grandes símbolos del romanticismo alemán".

La ópera, continúa el director de escena, está llena de contrastes musicales, y ya en la apertura se encuentran "unos fuertes efectos de contraste entre sonoridades oscuras y sonoridades mucho más luminosas, y justamente la oscuridad es lo que se encuentra en el bosque".

Con el propósito destructor de la humanidad, "el bosque va perdiendo el misterio, la oscuridad y deja de ser un espacio salvaje para pasar a ser un espacio más de los que ha conquistado la civilización".

En contraste con esa humanización de la zona salvaje, en la ópera un espacio del bosque aún mantiene su esencia, el lugar más siniestro de "Der Freischütz", la Garganta del Lobo del final del segundo acto, donde reina Samiel, y que "todos, de manera inconsciente, conservamos en nuestro interior", apunta Konwitschny.

Las raíces populares de esta ópera de Weber son evidentes en el libreto de Kind: la ingenuidad de los personajes rurales, la presencia constante de una magia diabólica, la contraposición nítida entre el bien y el mal o el final feliz con la intervención divina.

A la estética del drama romántico contribuyen asimismo las grandes arias de Max y Agathe.

Los coros tienen también un protagonismo especial y, de hecho, recuerda Konwitschny, se convirtieron en "un factor decisivo del éxito popular de la ópera cuando se estrenó, y a pesar de tener momentos dramáticamente estáticos y que no sirven para desarrollar los rasgos psicológicos de los personajes, consiguen dibujar un ambiente festivo y de celebración irresistible".

En opinión del director de escena, Weber, ante la situación política en que se encontraba el Estado alemán en aquellos momentos, no hizo otra cosa que resumir con medios musicales los criterios esenciales de la sociedad germana que tanto necesitaba afirmar: "Grandeza, disciplina y virilidad".

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