En lo alto del Chilkoot Pass, después de un ascenso de mil metros casi en vertical, la fila de mineros debía detenerse ante el puesto fronterizo de la policía montada de Canadá y demostrar que llevaban 500 kilos de provisiones, suficientes para pasar un invierno en las tierras del norte. Cargados con cientos de kilos, muchos de aquellos hombres y mujeres debían hacer varios viajes y ascender una y otra vez aquella terrible pendiente antes de partir en busca de su sueño: el oro del Klondike.
El escritor Javier Reverte recorrió Alaska y Canadá tras los pasos de Jack London y los mineros de la fiebre del oro y lo reflejó en su libro "El río de la luz". "Se calcula que de los 100.000 mineros que partieron hacia el Klondike llegaría la mitad", asegura Reverte. La exposición "La fiebre del oro", en la Casa del Reloj de Madrid, muestra medio centenar de fotografías del noruego Anton Vogee, que acompañó a los mineros en aquel viaje en busca de El Dorado. Las fotografías de Vogee son la excusa perfecta para hablar con Reverte de aquella epopeya en la que decenas de hombres dejaron parte de sus esperanzas y de sus vidas.
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