El remake de 'Déjame entrar' no supera la obra maestra sueca del cine fantástico

  •  Matt Reeves, director de "Monstruoso", realiza el remake de un clásico moderno de nacionalidad sueca.

Julio Vallejo / Aviondepapel.tv

En 2008, una película sueca hacía tambalear los cimientos del cine fantástico. Su título era "Let The Right One In", que nosotros conocimos en España con el nombre de "Déjame entrar".

El filme de Tomas Alfredson, basado en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist, abordaba la relación que se establecía entre un chico tímido y triste, que sufría el maltrato de sus compañeros de colegio, y su extraña vecina, una vampiro con forma de preadolescente.

Esa íntima relación entre ambos, condimentada con las habituales dosis de sangre, conquistó al público y a muchos críticos que, normalmente, desprecian el género de terror.

La utilización de elementos tan cinematográficos como el fuera de campo y unas imágenes que preferían la sugerencia al subrayado se ganaron el corazón de los cinéfilos más exigentes. El largometraje llegó incluso a conquistar el Méliès de Oro de la Federación de Festivales de Cine Fantástico Europeo.

Con estos antecedentes, estaba claro que el remake en inglés de la obra maestra sueca no tardaría en llegar. La renacida Hammer, una de las productoras de cine de terror más famosas de la Historia, se ha propuesto el reto de rehacer lo inmejorable. Para ello, se ha contado con uno de los directores que más ruido ha hecho en los últimos años: Matt Reeves, aquel realizador que nos aterrorizó con "Monstruoso".

El reparto también se ha escogido con verdadero primor. Chloe Moretz, la actriz que ha saltado a la fama con su personaje de Hit Girl en "Kick-Ass", interpreta a la joven chupasangres, mientras que Kodi Smit-McPhee, el hijo de Viggo Mortensen en "La carretera", se pone en el pellejo de ese chaval que sufre agresiones por parte de sus compañeros de colegio.

Como complemento de lujo, el gran Richard Jenkins, el actor secundario de moda en el cine estadounidense, encarna a ese hombre que se hace pasar por el padre de la chupasangre, aunque resulte ser mucho más.

Por último, el remake se ambienta en una pequeña localidad norteamericana en vez de la población sueca original. La época es la misma: los primeros ochenta. Un aspecto, el del tiempo en el transcurre la acción, que Reeves utiliza para hablarnos del rearme moral de Estados Unidos durante el gobierno de Ronald Reagan. También es una excusa perfecta para incluir canciones de la época como "Let's Dance", el single más bailable de David Bowie, o "Do You Really Want to Heart Me?", uno de los éxitos de Culture Club.

Con estos mimbres, Matt Reeves ha realizado un proceso de aligeramiento y subrayado de la película original. El director estadounidense, que se encarga también del guión de la nueva versión, ha decidido suprimir todo lo que pudiera impedir el éxito y la distribución de la película en territorio norteamericano.

De esta manera, el realizador ha eliminado las imágenes en las que se sugería la homosexualidad del padre del niño protagonista o el plano donde se veían fugazmente las partes íntimas de la pequeña vampiro.

También, quizá para acortar el metraje de esta nueva versión, el satírico retrato de los ridículos vecinos de los dos pequeños queda reducido a la mínima expresión.

Otro aspecto que aleja a este original de la nueva versión es el subrayado de la relación amorosa entre el hombre mayor que cuida a la chupasangre y la pequeña protagonista, algo que en el filme sueco no terminaba de hacerse explícito.

Sin embargo, la principal diferencia entre ambas películas quizá se encuentre en las muy diferentes interpretaciones de Chloe Moretz, en el remake americano, y Lina Leandersson, en el original sueco, a la hora de abordar el personaje de la pequeña vampiro.

La actriz americana se limita a encarnar a una niña más o menos resabiada, mientras que la pequeña intérprete sueca lograba transmitir la dualidad de un personaje que es joven por fuera, pero viejo por dentro.

En resumen, la correcta versión americana no supera a la magnífica obra maestra sueca. Al filme de Reeves le falta el poder de sugerencia del largometraje de Tomas Alfredson.

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