El riojano Urdiales vuelve a triunfar a lo grande en La Ribera de Logroño

  • El diestro riojano Diego Urdiales volvió a triunfar hoy en su tierra, Logroño, y salió a hombros del coso de La Ribera tras cortar las dos orejas de su primer toro, al que cuajó una extraordinaria faena, a la postre, el único pasaje destacable del cuarto festejo de la feria de San Mateo.

Logroño, 22 sep.- El diestro riojano Diego Urdiales volvió a triunfar hoy en su tierra, Logroño, y salió a hombros del coso de La Ribera tras cortar las dos orejas de su primer toro, al que cuajó una extraordinaria faena, a la postre, el único pasaje destacable del cuarto festejo de la feria de San Mateo.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de El Torero, con poca cara y menos fuerzas. primero y segundo, los más nobles; y deslucidos el resto por lo poco que duraron.

Diego Urdiales: estocada (dos orejas); y pinchazo y estocada (ovación).

David Fandila "El Fandi": estocada que "hace guardia", pinchazo y descabello (ovación); y pinchazo, otro hondo y tres descabellos (silencio).

Iván Fandiño: estocada trasera y tres descabellos (silencio) y cuatro pinchazos, estocada trasera y atravesada y dos descabellos (silencio tras aviso).

La plaza tuvo menos de media entrada.

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DE LA EUFORIA A LA DECEPCIÓN

Lo mejor de la tarde, y prácticamente lo único que hubo, aconteció en el toro que abrió plaza y llevó la firma del torero de la tierra, Diego Urdiales. El de Arnedo estuvo soberbio con ese toro, que fue protestado de salida por su escasa presencia, pero que fue, a la postre, el más noble y manejable de la corrida.

Urdiales lanceó con muy buen gusto a la verónica, y ya en la muleta hizo una auténtica exhibición de conocimientos, técnica y buen oficio para aprovechar de principio a fin a un astado que él mismo se encargó de hacerlo parecer bueno.

Las tres primeras tandas por el derecho, enganchando al toro de largo para llevarlo templado y muy toreado empezó a despertar el fervor de sus paisanos, que siguieron disfrutando con el toreo de Urdiales tan sentido y de tantos quilates, tan en torero.

Por el izquierdo no tuvo tanta rotundidad la faena, que volvió a tomar vuelo cuando el torero volvió a derechas para cerrar un epílogo en las cercanías, también muy serio. Y no pudo tener mejor colofón la obra de Urdiales con la espada, agarrando la estocada de la feria, que tiró sin puntilla al toro en apenas ocho segundos. Dos orejas de ley.

En el cuarto la tarde estaba yendo por los derroteros de la decepción, y este toro apenas aportó nada, prácticamente desfondado antes del tercio de banderillas. En la muleta aguantó dos series de Urdiales, que había manejado otra vez muy bien el capote, y con el que estuvo profesional, buscando las vueltas a un imposible, pero al menos lo intentó.

El Fandi anduvo con su habitual repertorio de capote y banderillas, pero sin decir nada en la muleta. A su primero lo saludó con dos largas de rodillas, toreando después de capote con tan variado como eléctrico. En banderillas, el espectáculo, con el par de la moviola, el violín y uno más al cuarto.

Pero tantas carreras propició que el astado llegara muy agotado en la muleta, donde El Fandi buscó el toreo galerista y efectista que, en Logroño, no caló nada más que en un sector muy minoritario del tendido, suficiente para que saludara una ovación.

En el quinto estuvo francamente mal con el capote, en banderillas volvió a subir los decibelios, pero, otra vez más, se mostró continuamente descentrado, echando siempre el pasito atrás y sin asentarse en ningún momento.

Fandiño, triunfador de la feria del año pasado, fue la decepción de la tarde. Se le esperaba con ganas al de Orduña, que, en esta ocasión, no estuvo a la altura de las circunstancias con el peor lote en conjunto.

Al primero, de embestidas inciertas, no le encontró el sitio en ningún momento hasta que decidió acortar distancias, pero ahí el toro se defendía, tirando derrotes, y Fandiño optó por desistir.

El sexto ya se intuía desde el capote que le iba a durar poco a Fandiño, que volvió a pasar como una sombra, continuamente cambiando de mano y de terrenos con un toro que no pasaba ni de la mitad de los embroques, Para colmo, con la espada estuvo fatal. EFE

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