El teatro a la moda

El teatro nos parece siempre algo atemporal, un ritual que se multiplica en miles de representaciones que estiran, recortan, interpretan y moldean un texto original, pero que muy pocas veces se atreven con el atuendo de los personajes.

El vestuario teatral es algo que no tiene que desafinar en la medida de lo posible con el marco histórico en el que se concibió la obra representada. Quizás sea por eso, por el obstáculo o el límite a la creatividad que supone, que muchos diseñadores han querido retar a su talento creando moda para algo que es tradicionalmente ajeno a la moda: el escenario.

La que abrió el camino, como siempre, fue Coco Chanel que en 1924 diseñó y realizó el vestuario de Le Train Bleu de Cocteau por encargo de Sergej Pavlovich Diaghilev y desde entonces no ha sido posible separar estas dos grandes artes – el teatro y la moda – que juegan constantemente con el sueño y la ficción.

"Il Teatro alla moda. Costume di scena. Grandi Stilisti", una exposición que se podrá visitar hasta el 5 de diciembre en la Fondazione Roma Museo de Roma, reúne algunos de estos trabajos de fina artesanía que modistos italianos como Gianni Versace, Roberto Capucci, Emanuel Ungaro, Fendi, Missoni, Giorgio Armani, Antonio Marras, Romeo Gigli, Alberta Ferretti, Valentino, Enrico Coveri han realizadas para el teatro, la danza y la ópera a lo largo de su carrera.Arte por dentro y por fuera

La muestra se articula en ocho secciones y una de ellas recorre las creaciones que los diseñadores italianos han concebido para grandes nombres del teatro como Luciano Pavarotti, Montserrat Caballè, Katia Ricciarelli, Cecilia Gasdía, Carla Fracci, Kiri te Kanawa o Raina Kabaivanska.

En la muestra destaca la infinidad de vestidos que Gianni Versace, un auténtico "enamorado" del teatro, creó en los años 80 para óperas como Don Pasquale, Salomé, Doctor Faustus y la pasión de las hermanas Fendi por la ópera lírica, que quizás se resume en la espléndida capa de pieles rosa polvo que realizaron para Raina Kabaivanska en una representación de La Traviata de 1984.

También se exponen los modelos creados por la casa de moda Missoni para Lucia de Lammermoor y los de Giorgio Armani para clásicos como Rigoletto di Verdi y Così fan Tutte di Mozart y para la danza y el musical como la Bata de Cola que llevaba en el escenario Joaquín Cortés en su Joaquín Cortés Show en 2002.

Prendas perfectas e inolvidables, que desafían la ley de la gravedad como suele hacer la arquitectura, hechas para marcar el movimiento, la expresión y la personalidad de quien las lleva. Todo lo que normalmente no pasa en una pasarela, pasa en el escenario.