El tesoro arquitectónico de Delhi, abandonado a su suerte

  • Delhi podría ser un destino turístico de riquezas arqueológicas y arquitectónicas similares a Roma, Egipto o Atenas. Pero apenas existen medidas para proteger el legado histórico que se remonta a la época anterior a Cristo.
Jason Overdorf | GlobalPost

(Nueva Delhi, India). En el populoso barrio de Nizamuddin Oeste, la tumba de Do Siriya, del siglo XVI, se mantiene a duras penas entre el batiburrillo de edificios de apartamentos. Al igual que en el resto de esta atestada zona de Delhi, las calles están repletas de gente, y aquí y allá se ve una cabra o una oveja atada a la pared. Y si alguien sabe que por allí hay una maravilla arqueológica que hay que conservar, lo más probable es que se sienta molesto si alguien viene a reclamar su propiedad.

“Estos edificios no están registrados como monumentos arqueológicos, y la mayor parte de ellos son propiedad privada”, dice Feroz, un vecino de barba encanecida. “La gente lleva viviendo aquí siglos, dentro de los edificios que van a ser protegidos. Ahora el Gobierno los quiere echar. ¿Pero qué es un monumento? ¿Si un ministro viene a dormir en el hotel que está allí, se convierte en un monumento?”.

Con sus más de 2.000 años de antigüedad, Delhi está repleta de ricos restos arquitectónicos. Escondidos en medio de barrios residenciales y comerciales, esos “monumentos” aportan a la ciudad una riqueza histórica que podría compararse con la de Roma. Pero debido a la frustración de ciudadanos como Feroz y a la presión de la enorme población de India, la pobreza y la migración del campo a la ciudad, muchas de las estructuras históricas podrían acabar pronto engullidas por una capital que está creciendo sin control.

Según el ministerio de Cultura, 12 de los monumentos más importantes de Delhi ya han sido prácticamente desmantelados, y los expertos dicen que muchos otros están empezando a desaparecer o a ser ocupados por la gente. Centro de la civilización india desde antes de Cristo, Delhi ha sido la capital de muchos imperios, que dejaron sus respectivas huellas en la ciudad. Desde la dinastía eslava del siglo XII, pasando por una sucesión de emperadores mongoles y de rajás británicos, los conquistadores de Delhi dejaron tras de sí un increíble legado arquitectónico: minaretes, tumbas, madrazas y, en las afueras, ruinas centenarias.

Pero la mayor parte de este legado está abandonado.“En total, en Delhi tenemos cerca de 1.200 monumentos, pero de ellos el Servicio Arqueológico de India (ASI por sus siglas en inglés) sólo ha protegido 176”, afirma K.K. Mohammed, arqueólogo jefe del ASI.

Todo tipo de amenazas ponen en peligro el legado de Delhi. No hace mucho Mohammed tuvo que pelearse para desahuciar a unos líderes religiosos que habían reclamado de manera fraudulenta ser propietarios de cuatro viejos edificios musulmanes en el barrio de Mehrauli. Y en la ciudad amurallada de Tughlaqabad del siglo XIV, los inmigrantes del campo se han instalado entre las ruinas.Pero eso no es todo.

En las últimas semanas, el ASI ha demandado al servicio ferroviario de India por comenzar a hacer obras en un edificio de cinco pisos dentro del perímetro protegido de Nila Gumbad, un monumento de principios de la era mongol. En breve se presentarán causas contra otras 93 propiedades a lo largo de Delhi -incluidos dos proyectos para los Juegos de la Commonwealth y un tramo del metro- por violar la zona de 100 metros en torno a monumentos protegidos. Incluso en el Fuerte Rojo, donde está la sede del ASI, la agencia de protección ha identificado y ordenado la demolición de 100 cobertizos y retretes de chapa construidos por el ejército entre 1947 y 2003.

Las razones para este caos son múltiples.Con las arcas del Gobierno presionadas por muchos otros problemas urgentes, el ASI no recibe fondos suficientes para preservar siquiera los monumentos más importantes de la capital.

Los gobiernos indios suelen ser además poco diligentes en la aplicación de planes de desarrollo urbanístico, lo que no sólo acaba produciendo millares de personas sin techo, sino que genera una sensación general de anarquía cuando se trata de la propiedad pública. Los políticos son reacios a molestar a segmentos de la población que consideran “graneros de votos” a cambio de preservar unas viejas piedras. Y, por encima de todo, los ciudadanos indios están más preocupados por lograr la prometida prosperidad futura que en rememorar viejas historias del esplendor perdido.

“Este es un país donde largas porciones de la población creen que el pasado es un lugar oscuro, un tiempo de colonialismo y opresión, y lo que quieren es vislumbrar un futuro excitante y ultramoderno”, explica el escritor William Dalrymple.Quizás esa es la razón por la que Delhi no ha sido capaz de capitalizar aún su riqueza histórica. Los turistas visitan en tropel el Fuerte Rojo, la tumba de Humayun y el minarete Qutab, los tres designados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero muchos otros lugares permanecen olvidados y anónimos.

La ciudad incluso carece de programas asociados a los monumentos más famosos que permitan a la urbe equipararse en ese terreno a El Cairo, Atenas o Roma. Las leyes diseñadas para evitar sobornos hacen que los contratos para promocionar estos monumentos se asignen por el Gobierno en concursos públicos y a las ofertas más baratas, lo que deja poco margen para una revolución visionaria. Es más, la mayor parte de las agencias implicadas padecen la misma burocracia que paraliza al resto de instituciones gubernamentales del país, por lo que lo máximo que puede esperarse un turista en los monumentos son unos cuantos carteles ampulosos y una sencilla -a veces incorrecta- guía informativa.

Mostrar comentarios