Emmanuelle Beart: "A partir de los 40, tienes el rostro de tu alma"

  • Alicia G.Arribas.

Alicia G.Arribas.

Madrid, 30 abr.- La actriz francesa Emmanuel Beart conserva, a sus 51 años, la fascinante belleza que la hizo famosa en los 80, cuando su cuerpo desnudo en una playa de isla Mauricio tras su primer taquillazo en el cine provocó un récord de ventas de una revista femenina. Hoy, Beart es aún más bella por dentro.

"Hasta los cuarenta años tienes el rostro que te han dado tus padres, y a partir de los 40 tienes el rostro de tu alma. Cuando me dicen que soy bella, lo agradezco, porque me están diciendo que mi alma es bella", añade, humilde.

La frase, explica la "sex-symbol" en una entrevista con Efe, es un consejo de su abuela que la actriz trae al caso, porque la belleza es, precisamente, la que marca y define la vida de su último personaje en el cine, Iris, una de las protagonistas de "Los ojos amarillos de los cocodrilos", que se estrena el próximo 9 de mayo en España.

Beart da vida a la hermana "guapa" a la que todo le sale bien, la preferida de la madre y la felizmente casada con un hombre de éxito que le da todos los caprichos. Por su lado, "la otra" hermana, Julie Depardieu Josephine, introvertida, insegura, ha sido abandonada por su marido y es madre de dos hijos que parecen querer más a su tía.

"Son dos niñas que se estructuran desde la infancia con una madre bastante loca que ha proyectado en ella todos sus fantasmas, sus frustraciones y todo lo que no había vivido en esta Iris, y el día que ella crece, se encuentra en un torbellino vano y con una necesidad absoluta de estar en la mirada de los demás", explica Beart.

Iris, dice, "existe en las apariencias: es aparentemente feliz, aparentemente casada, aparentemente madre, aparentemente bella, aparentemente contenta consigo misma...".

La película, que dirige la francesa Cécile Telerman, cuenta una historia de mujeres; "y de hombres", protesta Beart.

Para ella, el hecho de que esté basada en el "best-seller" de Katherine Pancol del mismo título, escrito pensando en las lectoras de Cosmopolitan, no tiene que ver con lo que sucede; igual podrían ser "dos hombres: habla de la familia, del abandono, de la competitividad entre hermanos...".

Una situación que la mayor de cinco hermanos desconoce -"yo les daba la papilla a los pequeños", se ríe Beart-, aunque entiende que "no siempre es mejor ser la preferida: Iris se siente culpable porque quiere a su hermana (...) y efectivamente, sufre una especie de perdición poco a poco; la notoriedad la consigue con una enorme mentira".

"Lo único que tenemos en común Iris y yo es la energía, pero yo no la utilizo como ella", asegura entre risas la actriz, para quien las "iris" del mundo no tienen defensa posible.

"No quería que fuera amable ni encantadora, porque para conseguir el antagonismo con su hermana 'buena' tenía que hacerla insoportable", explica, y lo consigue.

Muy elegante, vestida con un vestido túnica color crema, y más bella aún al natural, la actriz se expresa también con sus clarísimos ojos de color indefinible.

Desde "La venganza de Manon" (1986), su primer éxito en el cine y la plataforma desde la que empezó a construirse su imagen de "sex-symbol" gracias a una escena en la que la actriz se mostraba desnuda, Beart ha rodado cerca de cincuenta largometrajes, algunos de ellos con directores como Claude Chabrol o Francois Ozon.

Pero también es una reconocida activista por los derechos humanos y embajadora de Buena Voluntad de Unicef; de hecho, el dinero que ganó con la "Misión imposible" (1996), de Bryan de Palma, lo dedicó a causas benéficas.

"Estoy bastante orgullosa de seguir aquí treinta años después y más aún de no quedarme fija en una cosa, de haber hecho de todo. Y lo único que deseo es seguir manteniendo intacta mi curiosidad: soy curiosa y quiero saber".

De hecho, su próximo trabajo es en el debut en el largometraje del cortometrajista Stephen Lance, con "My Mistress", que Beart protagoniza.

"Pero no digo que vaya a soñar con imposibles; hay momentos en los que pienso que no voy a hacerme castillos en el aire, y otros, en los que me maravillo de este oficio". Una sensata frase probablemente también heredada de su sabia abuela, Nelly, fallecida a los 107 años.

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