Felisberto Hernández es analizado en la ciudad que le vio crear y fracasar

  • Rubén Arranz.

Rubén Arranz.

Montevideo, 6 ago.- La vida del escritor uruguayo Felisberto Hernández se agotó en 62 años, aunque ese tiempo le resultó suficiente para desarrollar un universo narrativo de corte kafkiano que, si bien no caló en el gran público, fue ensalzado por coetáneos como Julio Cortázar o Juan Carlos Onetti.

Este literato, pianista y compositor protagoniza "La Máquina de Felisberto", un ciclo de actividades que se inicia hoy en Montevideo con la inauguración de una exposición en la Fundación Unión, en la que comparten espacio ediciones especiales de sus obras con creaciones plásticas de una docena de artistas.

Este escritor plasmó en sus creaciones su particular visión de la realidad, de la que impregnó a cuentos y relatos largos en los que abundan elementos fantásticos y oníricos, ha destacado a Efe una de las tres comisarias de la exposición, Soledad Hernández.

El eje central del ciclo monográfico sobre este autor será una exposición que se inaugurará el 14 de agosto en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo y en la que se expondrán los trabajos que 21 artistas han realizado sobre esta figura literaria.

Durante su inauguración, actuará Luciano Supervielle, nieto del poeta uruguayo Jules Supervielle, que fue amigo personal de Felisberto y el cual le abrió las puertas de París y se esforzó porque se publicaran sus obras en el país francés.

Italo Calvino lo definió como "el escritor que no se parece a ningún otro", pues sus relatos cuentan con un estilo narrativo muy singular y presentan argumentos con una vertiente onírica de difícil clasificación.

La práctica totalidad están compuestos en primera persona y, aunque no versan sobre sí mismo, recogen elementos de su vida personal, que fue bohemia y atribulada, ha aseverado Hernández.

En sus seis décadas de vida, este autor se casó cinco veces, una de ellas con África de las Heras, espía del KGB que le conquistó en París y de la que, al parecer, nunca conoció su verdadera identidad, según la curadora, que dirige este ciclo, junto a Roberto Echavarren y Rosina Piñeyro.

En Montevideo, vivieron alrededor de un año sobre el histórico y ya clausurado Cine Rex, donde ella transmitía por radio a Moscú "secretos nucleares" que llegaban de Estados Unidos y telegrafiaba desde una habitación insonorizada que su marido pensaba destinada a su labor como modista, ha relatado la comisaria.

La falta de éxito fue otra de las circunstancias a las que este autor se enfrentó a lo largo de su vida, pues, aunque su narrativa breve se encuentra hoy disponible en diversos idiomas, mientras estuvo vivo nunca alcanzó grandes cifras en el mercado.

Eso le obligó a realizar trabajos que "aborrecía", como el de apuntador de canciones en una emisora de radio; o el de empleado de la Imprenta Nacional, ha detallado Hernández.

Su carrera de pianista discurrió en los mismos términos y, a pesar de que su talento se desarrolló desde una muy temprana edad, protagonizó diversas actuaciones en auditorios "patéticos", salpicados de un público escaso incapaz de apreciar su talento en la composición e interpretación, ha apuntado la organizadora.

Dentro del ciclo "La Máquina de Felisberto", el artista británico Cecil Vieweg pronunciará el 10 de agosto una clase magistral sobre la ilustración y las nuevas tecnologías.

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