Félix Grande ensalza la obra de Miguel Hernández, "el pastor de palabras"

  • San Lorenzo del Escorial (Madrid).- El "pastor de palabras" Miguel Hernández fue un "príncipe del lenguaje", una "criatura" que, con sólo 23 años, era capaz de provocar, con la única ayuda de un soneto, todo un "tsunami emocional", según Félix Grande, Premio Nacional de Poesía.

Félix Grande ensalza la obra de Miguel Hernández, "el pastor de palabras"
Félix Grande ensalza la obra de Miguel Hernández, "el pastor de palabras"

San Lorenzo del Escorial (Madrid).- El "pastor de palabras" Miguel Hernández fue un "príncipe del lenguaje", una "criatura" que, con sólo 23 años, era capaz de provocar, con la única ayuda de un soneto, todo un "tsunami emocional", según Félix Grande, Premio Nacional de Poesía.

Grande, que intervino hoy en el curso de verano de El Escorial "Miguel Hernández: conocido poeta, desconocido periodista", se definió como "un apasionado" del gran poeta y dramaturgo de Orihuela (Alicante), cuyo centenario se celebra el próximo 30 de octubre.

El poeta y flamencólogo Félix Grande realizó una emotiva semblanza de Miguel Hernández, cuya muerte -el 28 de marzo de 1942 en la cárcel de Alicante, enfermo de tuberculosis- achacó sin tapujos "al poder eclesiástico" y, en concreto, al obispo Luis Almarcha, que le llevó a morir "como un mendigo de mendigos".

Según explicó, cuando falleció sus ropas estaban "empapadas de pus y sangre" a causa de la enfermedad pero, si le hubieran trasladado a un hospital, se le podría haber salvado, algo que no se le permitió -dijo- al no estar casado por la iglesia con su mujer, Josefina Manresa.

A ella fue -según Grande- a quien el poeta dedicó sus últimas palabras: "¡Ay Josefina mujer, qué desgraciada eres¡", después de pasar por dieciséis cárceles debido a su pertenencia al bando republicano.

No obstante, frente a la teoría de Félix Grande de que el sentimiento del odio es necesario para "vivir y sobrevivir", el director del curso, José Manuel Carcasés, instó a celebrar el centenario del poeta "no con odio, sino con alegría".

De toda la obra de Miguel Hernández, Grande destacó sus sonetos, cuyos pies -dijo- "se asentaban en el barroco" pero con una tonalidad y un ritmo propios, sin que sus composiciones poéticas tuviesen semejanza con las de Quevedo, Góngora o Lope de Vega.

Como ejemplo, recitó el soneto amoroso con el que concluye "El rayo que no cesa", en el que realiza -indicó- "la descripción más misteriosa, bella y original que he leído nunca sobre el sonido de una nevada".

También elogió Félix Grande a Miguel Hernández por escribir, junto con César Vallejo, "los mejores poemas" sobre la Guerra Civil, al lograr algo que no hicieron sus contemporáneos: desmarcar su poesía del bando al que pertenecían.

"Veo tres miradas de Miguel Hernández; las que van del tránsito de sus mejores poemas de lujuria, pasando por los de tristeza y dolor por la guerra para llegar a la pura lamentación que supone su escritura desde la cárcel", indicó el también poeta.

En su intervención, el autor de "Las rubáiyatas de Horacio Martín", obra con la que logró el Premio Nacional de Poesía en 1978, recordó, sin embargo, que la obra de Miguel Hernández también ha tenido detractores.

Entre estos citó al escritor José Ángel Valente, para quien el poeta de Orihuela "abusaba de las formas tradicionales y escribía demasiado autobiográficamente y con cierto amaneramiento verbal", aunque precisó que Valente, y otros críticos, "no tenían la obligación de vivir en la misma tonalidad que Miguel Hernández".

Por su parte, el escritor Jon Juaristi, director general de Universidades de la Comunidad de Madrid, intervino en el curso para hablar de "El periodismo de guerra en el bando republicano".

En su conferencia, Juaristi aludió a la separación del periodismo y la literatura como consecuencia directa de la "profesionalización" del primero, y señaló que la proclamación de la II República representa "el fin del viejo periodismo".

El curso, organizado en El Escorial por la Universidad Complutense, contará en los próximos días con la participación de Manuel Fernández-Montesinos, sobrino de Federico García-Lorca, y Lucía Izquierdo, nuera de Miguel Hernández, así como con un recital poético del actor Pepe Martín.

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