"Frascuelo" reverdece laureles y Palacios pide sitio

  • Carlos Escolar "Frascuelo" y Andrés Palacios cortaron una oreja cada uno en el festejo celebrado hoy en Las Ventas, en el que ambos dejaron muy buen sabor de boca en sus respectivas primeras faenas.

Javier López

Madrid, 7 ago.- Carlos Escolar "Frascuelo" y Andrés Palacios cortaron una oreja cada uno en el festejo celebrado hoy en Las Ventas, en el que ambos dejaron muy buen sabor de boca en sus respectivas primeras faenas.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de José Luis Pereda, primero, segundo y cuarto con el hierro de "La Dehesilla", desigualmente presentados y de juego también variado. Los mejores, primero y, sobre todo, cuarto, éste ovacionado en el arrastre; el segundo se movió pero un punto informal; sin entrega el cuarto; violentón el quinto; y el sexto, en el límite de todo.

Carlos Escolar "Frascuelo": casi entera (oreja); y pinchazo y estocada atravesada (silencio).

Andrés Palacios: pinchazo y estocada (oreja tras aviso); y seis pinchazos y dos descabellos (silencio tras aviso).

Raúl Velasco, que confirmaba alternativa: estocada trasera y dos descabellos (ovación tras aviso); y gran estocada (vuelta tras petición).

La plaza tuvo media entrada en tarde agradable.

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MADUREZ Y JUVENTUD CON LA MISMA AMBICIÓN

La gente vino hoy a Las Ventas a ver a "Frascuelo". La media entrada que hubo a primeros de agosto, cuando lo habitual es que no se llegue ni al cuarto de plaza, lo dice todo.

Torero cuyas formas evocan otra época por el clasicismo y la torería que demuestra en el ruedo; y uno de los predilectos de la afición venteña, que, como es habitual, le sacó a saludar después del paseíllo.

Pero los otros dos alternantes dieron también que hablar, sobre todo Palacios, que lo bordó literalmente al natural con su primero, pero también Velasco, que fue todo pundonor.

"Frascuelo" cortó una meritoria oreja a su primero, con el que hizo un notable esfuerzo desde el principio ante un toro que se movió pero un tanto informal.

En lo artístico, reseñar algún pase suelto de auténtico cartel de toros, sobre todo con la zurda, la forma de andar por la plaza, y la torería en los adornos finales.

No obstante, a la faena le faltó unidad. Pero no se le pueden poner pegas a este torero, que se vació por completo con el toro, encandilando a los tendidos con su tauromaquia y saber estar.

Con el cuarto no pudo redondear "Frascuelo" con un toro que se movió pero defendiéndose y sin entrega. De nuevo dejó detalles aislados, pero esta vez no pasó de eso.

Otro torero que contó sobremanera en la tarde fue Andrés Palacios, que lanceó con mucho gusto a la verónica a su primero, y al que cuajó después una importante faena de muleta en la que bordó el toreo al natural en cuatro tandas de cinco y hasta seis muletazos templadísimos, hondos y por abajo. Los tendidos, puestos en pie.

Más que seria la actuación del manchego en este toro, que fue extraordinario. Un final doblándose por abajo rematado con un arrebujado molinete, fue el acabose. Faena grande de Palacios, que cortó un apéndice de mucho peso, y quién sabe si pudieron haber sido dos de haber acertado a la primera con la espada.

El quinto fue otro cantar. Toro violento, que llevó dos fuertes trancazos en el caballo y que se defendió con genio en la muleta, rematando los viajes con la cara arriba. Palacios anduvo voluntarioso, pero no pudo ser.

Velasco recibió al toro de ceremonia con bonitas verónicas tanto rodilla en tierra como de pie.

Los doblones por abajo con los que prologó la faena de muleta tuvieron aroma, sobre todo un cambio de mano de extraordinaria lentitud. Los muletazos al natural tuvieron también su aquel, sobre todo por la apostura y la prestancia que mostró Velasco en la cara de un buen toro de Pereda. Mas no redondeó con la espada.

Con el sexto volvió a lucirse Velasco de capote. Pero en la muleta aquello no fue lo mismo. El toro, de cortas y descompuestas embestidas, no fue propicio. Y a la faena le faltó emoción hasta que llegó una voltereta, momento en el que el torero se enrazó más en la distancia corta, pero para entonces el toro ya no tenía ni un pase.

Lo mejor, la gran estocada final. Hubo petición de oreja, pero el presidente se hizo el remolón, y tuvo que conformarse con la vuelta al ruedo.

Al final la tarde puede resumirse en tres sentencias: que hay "Frascuelo" para rato, Palacios pide sitio, y ojo también con Velasco.

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