Grossman recuerda a su hijo muerto al recibir el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes

  • Fráncfort (Alemania).- El escritor israelí David Grossman recordó hoy a su hijo muerto, en 2006, durante la guerra de Líbano al recibir el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes, y subrayó que su destino fue el mismo que el de otros muchos jóvenes árabes e israelíes.

Grossman recuerda a su hijo muerto al recibir el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes
Grossman recuerda a su hijo muerto al recibir el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes

Fráncfort (Alemania).- El escritor israelí David Grossman recordó hoy a su hijo muerto, en 2006, durante la guerra de Líbano al recibir el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes, y subrayó que su destino fue el mismo que el de otros muchos jóvenes árabes e israelíes.

"En la noche del 12 de agosto de 2006, pocas horas antes del fin de la guerra, mi hijo Uri murió junto a los ocupantes de un vehículo blindado, al ser alcanzados por un misil de Hizbulá", relató el escritor israelí en su discurso en la jornada de clausura de la Feria del Libro de Fráncfort.

"Les quisiera hablar de Uri pero no puedo. Sólo esto: 'imagínense un hombre joven al principio de su vida, con todas sus esperanzas, su alegría y su humor. Así era él'", recordó brevemente.

A continuación, Grossman, contextualizó su tragedia en un plano más general y agregó: "Así eran miles de israelíes, palestinos, libaneses, sirios, jordanos y egipcios que perdieron la vida en este conflicto. Y otros que la siguen perdiendo".

No obstante, Grossman insistió en la necesidad de no caer en la espiral del odio y la venganza, y abogó por detener la cadena de violencia que parece imperar en Oriente Medio.

Pese al dolor causado por tragedias familiares como la suya, invitó a no olvidar que el otro, el enemigo, es también un ser humano, como un primer paso en el camino hacia la paz.

"No olvidar que el que está enfrente, el enemigo que me odia y me ve como una amenaza para su vida, es también un ser humano con sus preocupaciones, con su familia y sus hijos, con su idea de justicia y sus esperanzas, con sus desesperaciones y sus miedos", afirmó.

Pese a que muchos palestinos e israelíes ya no creen en la posibilidad de vivir en paz, Grossman apostó por mantener la causa viva aunque sea "como tratar de caminar con una vela encendida en medio de una tempestad".

"Aquí estoy yo hablando con ustedes sobre la paz. Es curioso. Yo, que no he vivido un sólo instante de paz en mi vida. Pero sé algo de la guerra y por eso creo que tengo derecho a hablar sobre la paz", dijo el escritor.

Para Grossman, la paz es la condición para que los israelíes puedan sentirse realmente como en casa, y el camino hacia ello pasa por el reconocimiento del enemigo como individuo, con todas sus particularidades.

A su juicio, la lógica de la guerra tiende a hacer todo lo contrario, jugando a "borrar la particularidad de cada persona" y "el milagro que supone la existencia de cada uno".

La literatura sirve para justo lo contrario, argumentó, porque implica "la entrega total a las personas concretas y a su derecho a ser individuos" tanto al leerla como al escribirla.

"Tal vez ésa sea la mayor aportación de la literatura a aquellos que viven en guerra o que soportan el exilio, la discriminación o la pobreza, sintiendo que su yo es permanentemente borrado", aseguró.

"La literatura puede devolvernos a todos nuestro rostro humano", aseveró el escritor.

Durante su discurso, Grossman se refirió varias veces a su novela "La vida entera", que cuenta la historia de una mujer que pierde a su hijo en la guerra y que empezó a escribir cuando Uri tuvo que incorporarse a filas.

El autor israelí apuntó que en un primer momento la escritura del libro tenía que ver con la secreta convicción de que así estaba protegiendo a Uri.

Tras la muerte violenta de su hijo, Grossmann interrumpió la escritura del libro, pero luego optó por retomarla.

"Me sentía como un hombre después de un terremoto que sale de las ruinas de su casa y empieza a poner otra vez una piedra sobre la otra", describió.

"Aprendí que a veces la única libertad que le queda a uno es la de describir. La libertad de describir con sus propias palabras el destino que pesa sobre uno. A veces este puede ser también el camino para salir del papel de víctima", agregó.

Grossman espera que Israel encuentre también el valor para "escribir otra vez su historia" y enfrentar su tragedia "de una nueva manera para salir de ella y poderse volver a crear".

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