Hernández-Rodicio: Manipular es "letal" para el periodismo y los ciudadanos

  • Los medios tienen derecho a una línea editorial definida, pero deformar la realidad para servir a sus intereses es "letal" para el periodismo y, principalmente, para la sociedad, según advierte el nuevo director de la cadena SER, Antonio Hernández-Rodicio (Cádiz, 1966).

Madrid, 28 jul.- Los medios tienen derecho a una línea editorial definida, pero deformar la realidad para servir a sus intereses es "letal" para el periodismo y, principalmente, para la sociedad, según advierte el nuevo director de la cadena SER, Antonio Hernández-Rodicio (Cádiz, 1966).

En un entrevista con Efe, defiende el periodismo riguroso, "más necesario que nunca", como parte de la solución de los problemas que aquejan al país, cree que la radio sigue "vivísima" y comenta que no es posible la supervivencia de los medios en internet sin ingresos por los contenidos de calidad.

PREGUNTA: ¿Cómo afronta su nueva etapa como director de la SER?

RESPUESTA: Con la fuerza de sentirte parte de este equipo y de este proyecto. El orgullo de trabajar en la SER se multiplica cuando la empresa confía en ti para nuevas responsabilidades. Por lo demás, como en todos los medios, preocupados por las dificultades económicas de un país en situación delicada y de un sector en veloz transformación, pero la radio demostrará su capacidad de adaptación y su indiscutible vigencia.

P: ¿Qué planes de futuro tiene la SER?

R: Lo más importante es seguir siendo la cadena SER, pero aún mejor: innovando, incorporando nuevas voces y continuar conectados con los oyentes. Mucho antes de que se inventaran las redes sociales, la radio ya era el primer medio interactivo, en el que la complicidad con sus oyentes es indestructible.

P: ¿Qué novedades se va a encontrar el oyente de la SER?

R: El año pasado ya dimos el paso más importante con la renovación de la dirección de algunos programas. Los datos del EGM tras la primera temporada de la nueva SER, 4.785.000 oyentes, avalan que vamos por el buen camino, aunque es largo y requiere paciencia e inteligencia. No obstante, habrá novedades, renovaciones dentro de los programas, nuevos analistas, tertulianos, especialistas.

P: ¿Considera que la cultura de la radio se está perdiendo en beneficio de otros medios?

R: No hay un solo dato que lo avale. Al contrario, sigue sumando oyentes, aportando nuevos formatos, innovando, adaptándose. La radio siempre parece la víctima propiciatoria y siempre termina en lo más alto, vivísima. Además hemos sumado internet como una oportunidad.

P: ¿Cuál es su radiografía de la situación actual del periodismo?

R: Una cosa es el periodismo, que demuestra ser más necesario que nunca, y otra cosa es la salud de los medios, muy delicada. En España, en general, se hace muy buen periodismo. Y también un gran periodismo local, el gran olvidado, lo cual no significa que no haya medios que hagan seguidismo partidario. Nos sigue faltando voluntad para ignorar las agendas oficiales y hay cierto complejo de superioridad del periodismo político y económico frente al de carácter social, que las más de las veces resulta más interesante y determinante para la sociedad.

Los medios tienen derecho a tener una línea editorial definida, es legítimo que defiendan unos valores frente a otros. Lo que no vale es mentir, deformar o manipular la realidad para ponerla al servicio de sus intereses o principios editoriales, que resulta letal para la profesión y, sobre todo, para los ciudadanos, con los que mantenemos un pacto tácito de administrar para ellos una información veraz.

El otro problema del periodismo es el de la precariedad profesional y la creciente merma de medios. Los tiempos nos obligan a trabajar y priorizar de otra forma para preservar lo importante: la calidad.

P: Parece que el periodismo vive las horas más bajas de valoración de los españoles. ¿Por qué?

R: Si la sociedad mete al periodismo -y a los periodistas- en el 'establishment' estamos perdidos. Si eso ocurre, y está ocurriendo, seremos vistos como parte del problema y no de la solución. Y la historia reciente de España demuestra que el periodismo riguroso y responsable siempre ha sido parte de la solución. Nuestra influencia y nuestro poder, en el buen sentido de la palabra, de ser capaces de revelar hechos importantes y de ayudar a transformar nuestro entorno nos viene por un ejercicio libre, independiente y feroz, si es necesario, de nuestras responsabilidades al servicio de los ciudadanos. Y no por relacionarnos indebidamente con los gobiernos, los poderes económicos o de cualquier otra índole. Si nos ven así los ciudadanos es porque algo habremos hecho mal.

P: ¿Están los medios excesivamente politizados?

R: Estamos demasiado pendientes de las agendas institucionales y de las de los partidos. Pero no nos engañemos, el periodismo político es imprescindible en cualquier sociedad. Y el periodismo social no deja de tener un fuerte componente de periodismo político, pues nada escapa a la política. Lo que necesitamos es abordarla de otra forma, con menos prejuicios y rompiéndole las costuras al sistema de cobertura excesivamente institucionalizado.

P: ¿Y cualquiera puede ser tertuliano?

R: Absolutamente no. Es posible que la tertulia, como género, empiece a estar gastado, pero los datos siguen avalando su consumo. Distinguiría la tertulia y el debate del circo que a veces se ofrece. Nosotros proponemos debates serios y rigurosos, con gente que sabe lo que dice, así que cualquiera no puede ser tertuliano, al menos en la SER.

P: ¿Hacia dónde van los medios de comunicación?

R: Hacia un futuro más complicado desde un presente en Internet, que es un 'planeta' muy habitado pero, paradójicamente, poco explotado respecto a un modelo de negocio que permita hacer viable la actividad periodística. El camino es difícil, pero posible a medio plazo, ofreciendo información propia. Hay que regular y frenar la 'vampirización' de contenidos por parte de portales, webs y agregadores que utilizan gratis el trabajo de los medios convencionales. La idea de que Internet es la libertad absoluta ha hecho mucho daño. No hay futuro sin ingresos.

P: ¿Considera que el público acogería bien que los medios cobrasen por los contenidos digitales?

R: Muchos usuarios entienden Internet como la gratuidad total cuando se refiere a los medios, no por ejemplo para descargarse canciones en 'itunes'. Craso error. Sin generar ingresos no será posible sostener un modelo empresarial que permita hacer periodismo. Soy partidario de cobrar en la red por el trabajo periodístico, como en cualquier otro negocio. Nadie regala su trabajo, pero será necesario ofrecer contenidos exclusivos, de calidad.

P: ¿Cree que los medios escritos no terminan de saltar a lo digital? ¿Peligran las ediciones de papel?

R: No estamos ya en el tiempo de los formatos, sino en el de los contenidos. No comparto que los periódicos no terminen de dar el salto. El País es un buen ejemplo de transformación. Lo importante es un buen producto. Los costes del periódico impreso son muy elevados, pero seremos muchos los que, además de suscribirnos a los quioscos digitales, sigamos yendo al quiosco.

P: ¿Debería volver la publicidad a TVE?

R: Habría una consecuencia que no podemos desagregar del análisis: si TVE recuperara la publicidad sustraería unos 175 millones de euros de las privadas, que entrarían en serios problemas de viabilidad. TVE es una televisión cara, con un modelo de costes insostenible en estos tiempos. Ha dado importantes pasos de ahorro en su modelo programático y ha tenido consecuencias en sus audiencias. El asunto es saber qué televisión pública queremos. Sólo así sabremos si el dinero que invertimos es socialmente rentable o un despilfarro. Además, en algunos programas veo publicidad encubierta, por lo que supongo que, de algún modo u otro, siguen teniendo algunos ingresos privados.

P: ¿Por qué a la mujer le cuesta tanto alcanzar puestos de dirección en la profesión?

R: Eso habla mal de lo que hemos sido como sociedad hasta casi antes de ayer, pero la dinámica ha cambiado, quizás no al ritmo justo. Las inercias, la cultura, el machismo instalado durante muchos años en el tuétano de España ha impedido una representación lógica de la mujer en los puestos directivos.

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