Javier Krahe: "Lo raro es que le dedique tiempo a las canciones"

  • Después de 35 años sobre los escenarios, más de 1.500 conciertos, catorce discos editados y 150 canciones compuestas, Javier Krahe se precia de perezoso: "Lo raro es que le dedique tiempo a las canciones".

Palma, 2 abr.- Después de 35 años sobre los escenarios, más de 1.500 conciertos, catorce discos editados y 150 canciones compuestas, Javier Krahe se precia de perezoso: "Lo raro es que le dedique tiempo a las canciones".

El artista madrileño, que acaba de cumplir los 70, no tiene planes de retirarse y lo fía todo a la inspiración. "Cada vez que he hecho un disco he pensado: 'Ya no se me van a ocurrir más canciones'. Milagrosamente me vuelven a salir, espero que esta vez me ocurra igual".

Tituló su más reciente colección "Las diez de últimas" para jugar con la "ambigüedad" de una posible jubilación, pero su intención es seguir con sus 50 conciertos anuales y dejar que las musas (en su caso más bien sátiros) continúen utilizándole para crear cada año cuatro canciones que sumar a su repertorio.

"Como no estoy muy dotado para lo que hago, me refugio en los tres o cuatro trucos que tengo para hacer canciones. Son parientes unas de otras, y va a seguir siendo así. No sé hacer otra cosa, entonces tengo que repetirme en los conceptos", explica humilde Krahe.

El disco se vende en una edición especial junto con el ensayo decimonónico "El derecho a la pereza", de Paul Lafargue, para abundar en el enaltecimiento de la ociosidad, una constante en la obra del artista junto con el amor (en toda su variedad) y el humor (del ácido sarcasmo a la sutil ironía).

Los amores dibujados por Krahe en sus canciones nacen indistintamente de la imaginación y de la experiencia. "Puedo hacer canciones, y tengo muchos ejemplos, en que lo que cuento es más o menos verdad y otras en lo que es todo inventado. Pero no hay forma de diferenciarlas", relata.

"Escribo una canción -continúa- para cantarla yo, que ya soy otro, que soy un personaje mío que se llama como yo, donde me ocurren mil peripecias. A mí me ocurren muchas, pero no tantas como cuento".

Su método de composición es prácticamente invariable desde hace años: "Siempre escribo las canciones a partir de una frase que me ha venido a la cabeza, o que he oído decir o que he leído. Cojo esa frase y empiezo a especular con ella".

Cuando la letra ya tiene forma, comienza a ponerle música y la va puliendo hasta que la da por acabada, lo que suele ocurrir en julio junto a una playa de Cádiz, "a eso de las 7 u 8 de la tarde".

Así han surgido "La hoguera", "El Tío Marcial", "Nos ocupamos del mar", "Canadá, Canadá", "Mi mano en pena", "El yeti", "Ole tus tetas", "El burdo rumor" y "La costa suiza", entre otras canciones clásicas para sus fieles seguidores.

Krahe duda a la hora de justificar esa fidelidad, que atribuye a "la cercanía" que produce que casi siempre actúe en sitios pequeños.

Respecto a los discos, confiesa que ya no le generan "casi nada" de beneficio, como ha ocurrido durante casi toda su carrera. "Ni en mis mejores momentos de venta de discos, los derechos de autor me han dado mucho dinero", afirma en referencia a los años posteriores a "La Mandrágora", el popular álbum en directo junto a Joaquín Sabina y Alberto Pérez editado en 1981.

Pero que no le haga rico no significa que no le importe que otros se aprovechen de su trabajo. "Que oigan mis canciones gratis me trae sin cuidado; que se las puedan descargar sí me importa, porque no hay nadie en internet que esté facilitando que se descarguen que no esté ganando dinero. Eso no lo puedo admitir, sí gana dinero lo tiene que repartir conmigo", argumenta.

Javier Krahe actuará mañana, el viernes y el sábado en la sala Harlem Café del Molinar, en Palma, acompañado, como casi siempre, del guitarrista Javier López de Guereña, el contrabajista Fernando Anguita y con Andreas Prittwitz a los vientos.

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