Jonathan Blaustein: comida por un dólar

  • Jonathan Blaustein ha sido cocinero durante 15 años y desde el 2007 recorre los supermercados de Nuevo México fotografiando lo que se puede comer con un dólar. Y desenmascarando así todos los engaños de la publicidad.
¿Qué puedes comprar por un dólar?
¿Qué puedes comprar por un dólar?
Jonathan Blaustein
Alessia Cisternino

En Estados Unidos hay un refrán que dice "escribe de lo que sabes" explica Jonathan Blaustein, un ex cocinero y ahora fotógrafo afincado en Taos, Nuevo México. Desde hace algunos años Blaustein lleva a cabo un interesante proyecto fotográfico que se llama "The Value of a dollar" – el valor de un dólar – con el que pretende enseñar, sin trucos y sin engaños, lo que se puede comprar y comer hoy en día por ese precio.

Un montoncito de harina, diez arándanos, una torre de galletas, un cheeseburger, un pan de molde, una ensalada. Así, sobre una mesa blanca, sin luces o efectos especiales, sin retoques, estas fotos llegan al espectador como un puñetazo en el estómago y consiguen el resultado que Blaustein ha querido conseguir desde el primer momento: desenmascarar los engaños de la publicidad, enseñar el valor real de la comida y mostrar la comida por lo que es.

"En el otoño de 2007" explica Jonathan "empecé a pensar en la manera en la que la publicidad utiliza la fotografía para vender imágenes de los alimentos que no corresponden a la realidad. Si vives en el oeste de Estados Unidos, a menudo puedes ver camionetas en la carretera con hamburguesas de 6 metros que no se parecen a como son realmente. Así que decidí crear una alternativa a las imágenes de la publicidad fotografiando los alimentos tal y como son, sobre una mesa, así como los compré en el supermercado. Simples. Quería que las fotografías hablaran por sí mismas".

Lo que hace normalmente Jonathan Blaustein es recorrer los mercados y los supermercados de Nuevo México en busca de los productos que cuestan un dólar o cuando se trate de comprar a granel – uva, arándanos, tomatitos mejicanos o arroz – ponerse a hacer cálculos para que el valor de lo que echa en la bolsa de la compra tenga este precio, concediéndose un margen de error del 1% (es decir de un céntimo por arriba o por abajo).

"No he utilizado ninguna herramienta más allá de un objetivo de Leica y un poco de luz natural" cuenta Jonathan Blaustein. "Mi estudio es completamente blanco y por casualidad también tenía un mantel de mesa de plástico blanco. No había hecho ninguna foto antes sobre este soporte. Era importante para mí prescindir del estilismo y no utilizar ningún retoque o luz artificial. Esto es lo que utilizan normalmente los fotógrafos de la publicidad. Sin intentar parecer objetivo, quería las fotos fueran simples para que la comida pudiera convertirse en algo simbólico".

Simbólico como las imágenes que proponen la publicidad y las revistas, pero en un sentido y con medios completamente opuestos, que inducen al espectador a reflexionar sobre la importancia de que lo que comemos sea saludable y a la vez asequible.

Basta una sola mirada a estas fotos para que quede claro que un dólar (o un euro, da igual) no dan ni para una alimentación completa, ni mucho menos saludable y que mucha gente que no puede permitirse nada más que esto queda excluida de este ideal de salud típico de la sociedad del bienestar.

"Además" sigue Jonathan "creo que ciertos aspectos de la globalización son absurdos. Quiero que los que miran estas fotos se queden con un mapa mental de los camiones, los barcos y los aviones que están en constante movimiento para que los consumidores puedan tener lo que quieran y cada vez que lo quieran. Una práctica no particularmente sostenible para el medioambiente en el siglo XXI".

 

Jugando en el mismo terreno que el resto de los fotógrafos gastronómicos, es decir inmortalizando la comida en unas imágenes estéticamente perfectas y agradables, Jonathan Blaustein consigue el efecto contrario, que llega como una ducha fría sobre todo en medio de todas las imágenes de comida atractivas, casi pornográficas, de las que estamos rodeados y a las que estamos acostumbrados.

Será por eso que Jonathan Blaustein excluye que una empresa alimenticia le encargue en algún momento la publicidad de uno de sus productos. Así que es más probable que podamos seguir las evoluciones de este proyecto – Blaustein nos cuenta que está particularmente orgulloso de sus últimos disparos, que todavía no ha tenido tiempo de revelar – en su Web o en algún libro. O quizás en una alguna exposición "en las mayores ciudades del mundo como New York, Berlín, Madrid, Los Angeles, Barcelona y Shanghai" dice.

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