Jorge Pardo edita "Huellas", 50 "tíos" tocando "en verdadero trueque gitano"

  • Jorge Pardo (Madrid, 1956) es un payo que toca la flauta y el saxo y se dedica al flamenco desde que se cruzó con Paco de Lucía y Camarón, con los que exploró los muchos caminos que llevan a la Roma del compás; el mismo que tienen los 50 "tíos" que ha reunido "en verdadero trueque gitano" para hacer "Huellas".

Concha Barrigós

Madrid, 15 mar.- Jorge Pardo (Madrid, 1956) es un payo que toca la flauta y el saxo y se dedica al flamenco desde que se cruzó con Paco de Lucía y Camarón, con los que exploró los muchos caminos que llevan a la Roma del compás; el mismo que tienen los 50 "tíos" que ha reunido "en verdadero trueque gitano" para hacer "Huellas".

Su último disco se sale de lo establecido "por todas las costuras": por la nómina altruista de colaboradores, porque en vez de los 12 temas usuales se ha ido a 18, porque se lo ha producido él mismo, porque lo vende en su propia página y porque es, en definitiva, artesanal.

"Mi vida ha sido siempre romper tópicos, y ahora no iba a ser menos", dice en una entrevista con Efe el músico, que presentará mañana su disco en un concierto en Tarrasa.

En el CD han colaborado Josemi Carmona, Carles Benavent, Tino di Giraldo, Agustín Carbonell "El Bola", José Fernández Torres "Tomatito", Diego Guerrero, Niño Josele, Jerry González y Javier Colina.

"Huellas" es el resultado "del auténtico trueque gitano. No paga IVA ni 'VENÍA'. Es cambiar un cromo por otro, una flauta por un contrabajo. Tú trabajas para mí, yo trabajo para ti. Me parece fantástico y aleccionador que eso pueda ocurrir, tanto a nivel personal como humano", explica.

No ha tenido que usar sus "dotes de seducción" para convencer a sus "necesarios colaboradores" porque, afirma, todos los que intervienen "son colegas de hace tiempo y gente muy joven que ha 'caído' por casualidad".

El disco, que empezó a pergeñar hace ya dos años y a realizarlo hace uno, es distinto del anterior, "Vientos flamencos", en el sentido de que aquel era "una recopilación de hechos callejeros que acontecían".

"Huellas", compara, es "un pensamiento" alrededor de una docena de temas que tenía y en el recorrido "ha cogido formas diferentes y se ha ido ampliando".

No ha tenido presupuesto de producción y ha recurrido a la autoedición porque, subraya, el modelo que maneja la industria discográfica está "en crisis", aunque él rara vez haya participado de ella.

"Mis discos han sido la mayoría artesanía. Las nuevas tecnologías permiten abaratar costes de producción y ahora todos los músicos tienen un estudio casero. Para sacar un disco no hace falta acudir a una gran compañía que por dos fotos y un programa de televisión hipotecan tu trabajo", sostiene.

Asegura que ahora cada vez hay más demanda de discos tras los conciertos y que eso, junto con las descargas en internet, han creado un modelo que funciona al margen de las discográficas.

"Vivir de la música es más un deseo que un hecho, pero doy gracias por que yo llevo 40 años viviendo de ella", dice.

Tuvo la suerte, admite, de encontrarse cuando era un adolescente con Paco de Lucía, con el que ha tocado durante 17 años, y Camarón y, "a partir de ahí, el cóctel y la sorpresa de que se puede tocar saxo o flauta en las falsetas de Camarón o la soleá del Chaqueta no ha parado".

"El flamenco no es cuestión de instrumentos sino de personas. Creo que todo hubiera sido igual aunque yo hubiera tocado la marimba. Lo importante es que una generación de músicos se encuentra con una generación de flamencos y hay afinidades", relata.

No le gusta ser abanderado de nada y no puede decir si lo que hace es jazz o flamenco. "Soy un 'músicoautor', aunque obviamente el flamenco esta metido en mi corazón a fuego, pero también Jimmy Hendrix o Bach. Detrás de una ventana siempre hay otra ventana que abrir", remacha.

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