José A. Garrido: "El lugar era un escenario de guerra, aunque las bombas no cayeron del cielo"

    • El comandante del Ejército de Tierra, José A. Garrido, recuerda muy bien el 11-M. Iba en el último vagón cuando 10 bombas explosionaron en el mayor acto terrorista perpetrado en España.
    • Después de 11 años, Garrido escribe un libro para no olvidar lo que sucedió en Atocha. Bajo el título 'La vida en un viaje. Una mirada al 11-M' pretende emocionar y contar su experiencia como superviviente.

José A. Garrido junto a Ángeles Domínguez
José A. Garrido junto a Ángeles Domínguez

Han pasado 11 años de aquel atentado que terminó con la vida de 191 personas en la estación de Atocha. El comandante del Ejército de Tierra, José A. Garrido, lo recuerda muy bien. Iba en el último vagón cuando 10 bombas explosionaron en el mayor acto terrorista perpetrado en España.

Garrido, un valiente, cuenta su testimonio en 'La vida en un viaje. una mirada al 11-M'. Un libro que describe su experiencia personal el 11 de marzo de 2004, cuando viajaba en uno de los trenes que explotó en la calle Téllez.

"Esta mañana la rutina se quiebra, hoy no llegaremos a Atocha. No seremos nosotros quienes alcanzaremos nuestro destino, ni ninguno ganará tiempo en los trasbordos; hoy serán el tiempo y el destino quienes nos alcanzarán a nosotros. En el vagón se produce una violenta sacudida que me hace suponer y temer que hemos suf rido un choque y, aunque no acierto a imaginar contra qué, pienso que tal vez sea contra otro tren que venía en sentido opuesto. En ese momento no encuentro otra explicación. Se me ocurre de manera automática que tras la colisión existe la posibilidad de un descarrilamiento. Me sujeto firmemente, aunque con bastante dificultad, al asiento y llevo la barbilla al pecho. Sin embargo, lo que va a llegar no lo esperaba nadie", cuenta Garrido.

"En un primer momento pensé que el tren había descarrilado. Me quedé inmóvil esperando a ver lo que sucedía y después intento asimilar lo que me muestran mis sentidos. El panorama que se presenta ante nuestros ojos. El lugar se ha transformado en un escenario de guerra. Parecen los efectos de un bombardeo. En realidad, es lo que se ha producido, aunque las bombas no hayan caído del cielo...", cuenta en su presentación junto a otra superviviente y actual presidenta de la Asociación de Víctimas del 11-M, Ángeles Domínguez.

"El hecho de ver a Ángeles ahí... estaba sentada en el tren como una 'Madonna' del Renacimiento. Estaba asomada a una ventana, estática mirando al frente y no había cambiado. Ella está para contarlo pero hay mucha gente que no está aquí. De ahí este libro", señala Garrido, mientras Domínguez asiente con los ojos llorosos. "Nunca hay que olvidar", apunta la presidenta.

Garrido, como cientos de viajeros que resultaron heridos se quedaron allí, ayudando a sobrevivir a los que estaban más graves, en la espera interminable a que llegasen los servicios de emergencia. "No me gusta la denominación de héroe, algo que por supuesto no soy. Si ese día hubo héroes, son los hombres y mujeres que quedaron para siempre en las vías y andenes. A todos los demás solo nos puede caber la satisfacción de haber cumplido con nuestro deber, unos como ciudadanos responsables y otros desde la exigencia de su puestos de trabajo", explica el comandante.

¿Si hubiera un adjetivo que pudiera definir este libro, cuál sería?

Emotividad

¿Cómo nace este libro?

Este libro nace a raíz de un artículo que escribo en el diario 'El Mundo'. Primero lo consulté con mi familia, porque el relato nos iba a implicar a todos, también cuento cosas de mi vida personal, claro. Una vez lo hablamos, me lancé. No sabía por dónde iba a comenzar. Tampoco quería convertirlo en un libro ni dañino ni escabroso para los familiares y las víctimas que lo pudieran leer. Quería convertirlo en un relato que fuese sentimiento y emoción.

Jamás se me había había ocurrido escribir un libro y cuando me lo propusieron les pregunté: ¿Pero realmente habrá alguien interesado en leer lo que yo pueda contar? Ahora ya lo sé, y son los lectores los que decidan si este esfuerzo ha merecido la pena.

¿Qué le han dicho los suyos al leerlo?

Mis amigos me dicen que les ha emocionado mucho. Otros me dicen que al leer el libro sienten que han hecho ese viaje conmigo. Es conmovedor. Para mí es un objetivo cumplido, se trataba de transmitir emoción.

¿Ha sido duro escribirlo?

Mucho, porque tienes que bajar a sitios que a veces prefieres no bajar a menudo, contar situaciones... Mucho de lo que ocurrió se omite en el relato, pero sí que permanece en la memoria.

¿Le ha dado tiempo a reflexionar?

Por supuesto, cada día. Nuestra vida no deja de ser un viaje, una maravillosa y, a la vez, terrible odisea que iniciamos con el nacimiento y del que todos conocemos el final, aunque nadie pueda afirmar cuando o como acabara. En el trayecto entran y salen personas de nuestras vidas, tenemos nuestros propios hitos, como paradas ya marcadas de antemano. Un recorrido en el que poco intervenimos, en el que podemos decidir sobre cuestiones menores, aunque a veces creamos que tienen una gran importancia, pero del que no lograremos cambiar el final, al que nos aproximamos a cada instante.

Por ello, lo importante es el camino en sí mismo, una travesía en la que quizás se nos permita elegir a nuestros compañeros y vivirla, aun dentro de la monotonía, como una gran aventura

¿Era necesario este libro?

Lo cierto es que no lo sé. Al final a mí me ha hecho bien. Han sido catarsis familiares. Mi mujer cada vez que lo lee llora, ya se lo he prohibido. Pretende despertar la emoción, el recuerdo que a veces puede ser doloroso pero sin dañar, si es que eso puede decirse.

¿A quién se lo dedica?

A todos. A mi familia y a todos. Las personas a las que aludo a lo largo del viaje en que se convierte el relato son todas reales; no solo, por supuesto, las que aparecen con nombre y apellidos, algunas de ellas desgraciadamente muertas, también aquellas otras que lograron salir con lesiones más o menos graves y que, incluso sin ser nombradas, aparecen "retratadas" en un instante; y quienes, estoy convencido, podrán reconocerse en el relato y de los que siento en el alma no haber conocido sus nombres, incluso algo más sobre sus vidas.

Todas y cada una de las personas que ese dia sufrieron los efectos del atentado son actores de esta tragedia. Al fin y al cabo, tengo el convencimiento de que se habrán dado muchas situaciones parecidas a las aquí descritas, con distintos personajes, en cualquiera de los cuatro trenes. No los he vuelto a encontrar, o no soy consciente de haberlos visto. Me hubiese gustado, al menos para comprobar que lograron recuperarse de sus heridas.

A través de ellas he pretendido dar vida a todas aquellas otras personas que murieron o resultaron heridas, a quienes, sin conocerlas, sin saber sus nombres, llevare para siempre en mi mente y en mi corazón. Y quedaran en los corazones de todos los españoles de bien, como una herida abierta y sangrante.

Garrido sufrió heridas en el cuero cabelludo y perdió algo de audición."Fue esa mañana de jueves cuando la vida se detuvo para todos los españoles. Una vida que se había iniciado, como un viaje, mucho tiempo atrás, en mil lugares distintos, y que entonces se truncó. Cuando nuestros corazones, como uno solo, al unísono, dejaron de latir, se hizo un tajo tan profundo que permanecerá para siempre como una herida abierta", se despide.

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