José María Merino publica una novela de amor, traiciones y deslealtades

  • Ana Mendoza.

Ana Mendoza.

Madrid, 12 nov. Desde hace años, José María Merino tenía "muchas ganas" de escribir una novela de amor, y a ese género pertenece su libro "El río del Edén", una historia de amor, traiciones y deslealtades en la que también cobra protagonismo la naturaleza, "impávida" e indiferente ante cuanto sucede en ella.

"Vivimos en una cultura de la deslealtad y de la palabra equívoca, y sería muy buena una cultura de la lealtad. Los primeros que tendrían que empaparse de ella son los políticos", ha afirmado hoy Merino en una entrevista con Efe, en la que ha hablado de esta nueva novela con la que el autor recupera otra de sus obsesiones: el tema del doble.

Publicado por Alfaguara, el libro pertenece a esa serie de los espacios naturales que Merino empezó con "El lugar sin culpa" y que, en cierto modo, siguió con "La sima".

Coruñés de nacimiento y leonés de corazón, este escritor y académico de la lengua eligió un río para su nueva novela porque también le gustaba, "desde el punto de vista metafórico, la idea del río como algo pasajero, al mismo tiempo que siempre está".

"Es como la memoria y el olvido. El río tiene ese significado de lo que fecunda y del abandono, lo que queda y lo que pasa", comenta Merino, uno de los narradores españoles de mayor prestigio.

Eligió el alto Tajo "por su belleza natural" y porque la laguna de Taravilla es territorio de leyendas, y en ella el conde don Julián, "el gran traidor", arrojó sus tesoros, arrepentido de haber facilitado la entrada de los árabes en España.

Merino recorrió la zona durante un largo fin de semana con su mujer y quedaron "impresionados por las aguas tan misteriosas de la laguna, con ese color especial que tiene. Era el lugar idóneo para contar una historia de amor; es una especie de paraíso y la novela es una metáfora del Edén".

En esos parajes, Daniel y Tere, los protagonistas, vivieron una apasionada historia de amor cuando eran jóvenes. Tras la muerte de su mujer a causa de un desgraciado accidente, Daniel vuelve a recorrer ese camino acompañado por su hijo Silvio, un adolescente con síndrome de Down. Ambos quieren depositar en la laguna la urna con las cenizas de la fallecida.

Durante la caminata, Daniel irá recordando su relación con Tere, las traiciones que lo llevaron a perderla y, también, su rechazo durante años de la deficiencia de su hijo.

"El viaje es como un camino de redención", asegura Merino. "Daniel ve que ese camino le está sirviendo para mirar de otra manera a su hijo y para redimirse de sus culpas. El recorrido le va ayudar a asumir lo que pasó y a reconciliarse con su memoria", señala el autor de "La orilla oscura", "Las visiones de Lucrecia" y "El heredero", entre otras obras.

La novela está escrita en segunda persona, y Merino conoce "el riesgo de haberlo hecho", porque "la segunda persona tiende a detener la narración". Pero cree que funciona porque es "como si una mirada exterior estuviese entrando dentro de Daniel, de lo que piensa, de lo que recuerda y le reconcome".

En medio de ese juego de traiciones y ocultaciones, surgió el personaje de Silvio, cuyas intervenciones y especial forma de razonar constituyen algunos de los momentos más emocionantes del libro.

El escritor decidió introducir en la novela un niño con ese problema, porque veía claro que "una experiencia así era lo que necesitaba el personaje de Daniel", que no soporta haber engendrado a un hijo deficiente.

Para poner en pie el personaje del niño, Merino ha estudiado a fondo ese síndrome, ha hablado con especialistas y, a través de la Fundación Down, ha asistido a reuniones con chicos afectados por esa deficiencia.

La relación que mantiene la pareja protagonista "está llena de ocultaciones, que acaban siendo perniciosas en el amor... y en todo. En la vida, cuando asumes una responsabilidad, no puedes ocultar nada", ha subrayado Merino.

"A lo mejor -afirma-, una cultura de la lealtad sería muy buena porque no tendríamos que andar con medias palabras, con falsedades. Y los primeros que tienen que empaparse de ella son los políticos".

"No se puede asumir una responsabilidad pública sin ser una persona leal. El político no pertenece a una casta feudal; es una persona elegida y tiene que decir la verdad y actuar siempre de forma leal", asegura Merino.

Al escritor le ha "fascinado toda la vida" el tema del doble, y en esta novela lo desarrolla en Daniel, en quien convive una persona insegura, intolerante e inclemente y otra generosa y tolerante.

Su lado intolerante lo llevará a ver traiciones donde no las había y a buscar la venganza. EFE.

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