Julián Granado dedica novela a los que "perdieron el tren de la Transición"

  • Alfredo Valenzuela.

Alfredo Valenzuela.

Sevilla, 7 jul.- El novelista sevillano Julián Granado ha dedicado su última novela, titulada "La infancia desdichada de Seoane" (Paréntesis), a hacer un "retrato generacional" de los "atípicos de la Transición" que, según el escritor, "formando parte de una generación de triunfadores, perdieron ese tren".

Granado, que ha dedicado novelas al ministro liberal Mendizábal, al pedagogo Francisco Ferrer Guardia y al general Queipo de Llano, ha puesto en este caso el punto de mira sobre una generación que podría ser la suya, los niños del tardofranquismo que tuvieron que desprenderse de unos valores para adaptarse a los de la nueva democracia.

El autor ha dicho a Efe sobre su nueva novela que "tarde o temprano, todo autor incurre en la autobiografía, no para contar su propia historia, sino la de su tiempo", y ha añadido que, precisamente, "de eso debiera ocuparse la memoria histórica, de desenterrar el tiempo perdido, y no los cadáveres de sus víctimas y asesinos."

Julián Granado ha dicho sobre sí mismo que "sería desleal con la memoria de su tiempo si continuara aceptando en silencio esa interesada convención de que la indignidad franquista está 'enterrada y bien enterrada' bajo la losa de la Transición".

Y ha añadido: "Lo que pretende esta novela es exhumar la arqueología de aquel tiempo, sirviéndose del niño Fidel Seoane", uno de esos personajes cuya existencia equivale a "una vida con el paso cambiado".

Según el autor, "por la retina pura y dolorida del muchacho irán desfilando los fotogramas de un régimen terminal, en su versión pedagógica de 'mala educación'" o, lo que es lo mismo, "una dosificada proporción de papanatismo, represión y esperpento, frente a la que el inadaptado terminará por ser él mismo".

"Hijo de un rojo iletrado, Seoane crecerá desgarrado por un contraste, el que media entre la cobarde aquiescencia social y el desmañado ejemplo paterno, que busca, a tientas, un mundo mejor", ha explicado el autor sobre el ambiente de los últimos años de la dictadura, "un espectáculo de podredumbre colectiva que llegará a envenenar, pero jamás a anestesiar la conciencia de adolescente" del protagonista.

Julián Granado ha descrito su obra como "una novela que sin tapujos, y a lo largo de una sucesión de muñecas rusas, se encamina hacia el pasado", un tiempo que busca el autor en la retorcida juventud de Seoane, y éste en los pasajes que piadosamente ha emborronado el olvido.

El pasado, "lo busca y lo esquiva el psicoanalista al que acude Seoane, ya hombre, con una doble intención, reencontrarse a sí mismo en el reencuentro con una desaparecida; hacer memoria al tiempo que se hace perdonar", según el autor.

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