Justo Algaba: "El vestido de luces ayuda al triunfo"

  • Justo Algaba, sastre de vestidos de torear, ha traspasado barreras y su artesanía puede encontrarse ya en casi cualquier país del mundo. Su andadura comenzó hace más de cuarenta años y hoy son muchos los que buscan su talento para óperas, desfiles y otros encargos personales.
Y. Álvarez/ M.Fernández

El nombre de Justo Algaba suena por todo el mundo. Es uno de los únicos cinco sastres que confeccionan trajes para torear, pero si John Galiano le pide un traje de luces para celebrar su cumpleaños tampoco le dice que no.

La Ópera del Metropolitan de Nueva York, la Ópera Nacional de Inglaterra, la de Alemania o la de Australia, entre otras, también han vestido de Justo Algaba. Y es que la 'Carmen' de Bizet no se sentiría Carmen sin un traje estudiado, mimado y cuidado por este artesano español.

Para Algaba el destino estaba escrito. Natural de la Mancha, sus padres, carniceros de profesión, poco tenían que ver con este arte, pero un día fue a ver una corrida de toros a principios de los años 60 y algo le movió por dentro. Se hizo una promesa en ese mismo instante: "Yo tengo que ser torero o quien hace la ropa de torear".

Seis años más tarde se fue a Madrid para ser piloto de aviación militar y se le olvidó todo aquello. Sin embargo, no pudo seguir en la escuela y un anuncio en un periódico le llevó por casualidad hasta el torero Santiago Martínez 'Viti'. Fue una de las vivencias más importantes de su vida, ya que gracias a ella recordó su promesa y allí se inició su andadura.

Cada vestido, una historia

Más de 150 cincuenta trajes al año salen de su sastrería, que se reparte por diferentes localidades de España y en la que trabajan unas 50 personas.

Ninguno de los vestidos creados por las manos de Justo Algaba es igual que otro: "Cada vestido lo recuerdo con mucho cariño porque cada uno tiene una historia, tiene mi entrega, algo de mi persona".

La personalidad de cada torero está puesta en cada detalle: "Es cierto que todos los vestidos se los pueden poner todos los toreros, pero no todos los vestidos y dibujos favorecen igual a todos", decía Justo.

Algaba pretende que cuando llegue a la plaza se vea una conjunción bien hecha: el torero, la persona y su vestido, ya que cada uno tiene su personalidad y a cada uno le da un trato diferente.

Superstición y tradición

La superstición siempre ha estado unida al mundo de los toros, pero no es algo que parezca preocuparle a Justo Algaba: "Es una cuestión exclusivamente heredada de siglos atrás, yo creo que no debiera existir, pero entiendo que deba estar presente en todas las profesiones de riesgo".

Lejos de los años 60 y 70 cuando los gestos eran muy cuidados y cuando no podía dejarse, por ejemplo, la chaqueta encima de la cama de un torero o una montera durante cinco veces seguidas boca arriba… para este sastre "cada día que pasa disminuye, la gente no tiene miedo nada más que a lo desconocido, miedo a la responsabilidad".

Anécdotas "hay miles". Entre ellas, una especial: "Nadie quería el color amarillo, pero yo le hice un vestido de ese tono a Jesulín de Ubrique para una corrida de mujeres en Valencia. Se lo destrozaron del éxito que tuvo".

"Ese mismo día Manolo Mejía me llamó desde México para hacerle el mismo traje en 15 días, para ver si corría con la misma suerte, y así sucedió", relataba emocionado Justo Algaba.

Una segunda piel

El mundo parece a veces volverse y mirar de reojo la estética taurina. Su repercusión en otros ámbitos es cada vez mayor y gana poco a poco presencia en los desfiles y en la calle.  

Para Justo Algaba la historia del vestido de torear ha ido evolucionando mucho con los años y se ha llevado a unos terrenos de duración, de estética, de comodidad… impensables: "Ahora un torero parece que va planchado, lleva una perfección de vestido a la que jamás se había llegado".

La ropa tan ajustada ayuda psicológicamente al torero, ya que la siente como si fuera una segunda piel. "El vestido ayuda al triunfo, ayuda a sentirte a ti mismo; vestido de luces psicológicamente el torero se transforma".

Savia nueva hasta en malos tiempos

La crisis a penas se hecho notar en el negocio, ya que en el taller de costura no hay descanso. Este año, gracias al gran volumen de trabajo con otros países como Reino Unido, Estados Unidos y Alemania.  

En vez de apostar por la confección de vestidos nuevos, los arreglos llegan ahora más que nunca, quizás promovidos por el importante descenso en número de espectáculos, 300 menos que el año pasado hasta lo que va de julio.

Eso sí, las generaciones se renuevan y jóvenes visitan por primera vez a Justo Algaba.

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