La CND comparte su alegría de bailar y se mete al público en el bolsillo

  • Imaginación, habilidad y pasión son la "santísima trinidad" del movimiento del israelí Ohad Naharin, cuya pieza "Minus 16" ha cerrado esta noche en el teatro de la Zarzuela el estreno del nuevo programa de la Compañía Nacional de Danza (CND) y ha puesto, literalmente, a un público entregado a bailar.

Concha Barrigós

Madrid, 16 nov.- Imaginación, habilidad y pasión son la "santísima trinidad" del movimiento del israelí Ohad Naharin, cuya pieza "Minus 16" ha cerrado esta noche en el teatro de la Zarzuela el estreno del nuevo programa de la Compañía Nacional de Danza (CND) y ha puesto, literalmente, a un público entregado a bailar.

"Minus 16", "Falling angels", de Jirí Kilián, y "Sub", de Itzik Galili, son las piezas de la nueva entrega de José Carlos Martínez al frente de la CND y ha querido bautizarla, precisamente, con el título genérico "Ven a bailar con nosotros", una idea muy aplaudida y jalonada con "bravos" en cada una de las coreografías.

Pero la que ha entusiasmado al público ha sido "Minus 16", en la que el israelí Naharín rompe la barrera entre intérpretes y espectadores invitando a una decena a bailar con ellos en el escenario.

Todos ellos han entrado en el juego y han provocado el delirio de los restantes, que desde sus butacas jaleaban cada movimiento de los "aficionados".

Sus elementos de improvisación han comenzado en el segundo descanso, con uno de los bailarines danzando, con música que iba de Dean Martin al "Quizá, quizá" pero a un volumen muy bajo, mientras el telón se levantaba muy poco a poco y el "Hava Naguila" rompía a sonar.

Solos, 14 bailarines se han movido, cada uno en una silla, a los compases del también tradicional "Echad mi Yode'a", la canción de la noche de la Pascua Judía, la Pesah.

Allí se han desprendido en un ritual de "purificación", del sombrero, la chaqueta, el pantalón y la camisa, para seguir con Vivaldi y dar un salto después a una electrizante música tecno.

Vinculando placer y esfuerzo, ahondando en la fisiología, sus límites y su superación, el ritmo y el tiempo, la generosidad y el dejarse ir, los bailarines han incorporado con ánimo el "sistema Gaga" de Naharin, ese con el que pretende que el esqueleto "fluya" en la gravedad y el artista adquiera la capacidad de ser totalmente sensible a sus sensaciones.

El próximo 19 de noviembre la CND ha organizado un taller de baile en el que todos los que lo deseen podrán aprender unos pasos de "Minus 16" para que sientan el esfuerzo de ser un bailarín.

La primera pieza de la función la firma otro israelí, Itzik Galili, muy aplaudido cuando ha salido a saludar tras el "combate de tetosterona en un campo de batalla" que es su propuesta.

Han sido 20 minutos largos de saltos en perpendicular y en vertical, de cambios de eje en línea y grupales, giros y más giros, con resonancias tribales, defendidos con vigor y soltura por los 7 bailarines, ataviados con una falda que recordaba a la de los luchadores de sumo.

Tanto "Minus 16", de 1999, como "Sub", de 2009, eran estrenos para la Compañía Nacional de Danza, no así la segunda de la noche, "Falling angels", de Jirí Kylián, una pieza de 1989 que ellos bailaron por primera vez en 2004.

A los sones del escalonado de la partitura de Steve Reich, "Drumming", las ocho bailarinas han "percutido" con sus propios cuerpos el fascinante vuelo frontal ideado por Kilián para esta composición que se mueve entre lo clásico y lo contemporáneo.

Martínez, que prosigue en su empeño de convertir a la que ha sido durante 20 años solo una compañía contemporánea en una capaz de afrontar otros repertorios, ha hecho un guiño al público, acogido con regocijo y aplausos, en el saludo final cuando ha puesto a toda la compañía a ejecutar una "mini barra" de clásico.

La CND quiere celebrar su 35 aniversario, en el otoño de 2014, con un ballet de noche completa basado en un "gran título clásico" del que no se quieren dar, por el momento, más pistas.

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