La elegancia se cuela en los festivales 'indie'

  • De etiqueta, casi así puede decirse que suben a los escenarios de los festivales actuales muchos de los artistas. Eso sí, cada uno en su estilo. Por el FIB pasó a ayer Russian Red, Anna Calvi y Plan B. Todos ellos buenas pruebas de distinción y cuidado estilismo.
Russian Red durante su actuación anoche en el FIB 2011
Russian Red durante su actuación anoche en el FIB 2011
lainformacion.com
Ylenia Álvarez (Benicàssim)

La elegancia ha llegado este año al Festival Internacional de Benicàssim. No todo iban a ser chanclas, camisetas de tirantes y look casual-cuidado. El soul y los sonidos intimistas que se han colado en los ultimos fetivales del panorama indie requieren artistas de otra pasta, de otra clase.

Eso es precisamente lo que ayer reinó en el FIB entre algunos de los intérpretes: clase. Hablar de Anna Calvi ya es sinónimo de elegancia. Vesida de rojo y negro con el pelo recogido, convirtió un escenario macro en uno más intimista a pesar de la fuerza de su voz.

Del mismo palo cada vez versa más la madrileña Lourdes Hernández. Ya sabemos que su voz es sinónimo de discreción, sensibilidad y carisma, y que además a eso se une su estética: increiblemente personal, delicada y sensual. Sin embargo, para actuar en Benicàssim, como ya hiciera en el Matadero de Madrid, se ha rodeado de una banda vestida de punta en blanco: chicos guapos trajeados similando épocas pasadas. Todo bajo la luz de neón con su nombre: Russian Red. ¿Estamos o no en otra época?

Quizás Paul Ballance-Drew, de Plan B, no sea un Apolo, pero enfundado en su traje y sus zapatos claros, el timbre y la coloratura de su voz hablan por sí solas. Derroche de distinción cuando canta soul, originalidad cuando se mueve por el hip-hop. El coro negro femenino que le acompaña aporta glamour y toques de gran banda.

Ya en el Día de la Música Janelle Monáe conquistó con su esmoquin en blanco y negro, su peinado y sus zapatos estilo gánster de los años 20. Además, un iportante elenco de bailarines la acompañaron vestidos como cartas de pocker. Así, lo de Amy Winehouse ya es historia, no se puede cantar soul vestida de cualquier manera. Cuando pueda o quiera volver a los escenarios quizás deba replantearse cambiar de línea porque los festivales de la nueva década exigen etiqueta.

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