La estética de los años ochenta se apodera de "El niño Rock" de Sergio Mora

  • Estética años ochenta y con personajes recién salidos de una película "serie B pueril", estos son los ingredientes principales del "El niño Rock", el cómic con el que el ilustrador Sergio Mora une dos de sus pasiones, viñetas y rock.

Madrid, 3 nov.- Estética años ochenta y con personajes recién salidos de una película "serie B pueril", estos son los ingredientes principales del "El niño Rock", el cómic con el que el ilustrador Sergio Mora une dos de sus pasiones, viñetas y rock.

"Ha sido como hacer algo se serie B pueril, tiene ese punto de humor tontorrón. No quería hacer los Simpson, una cosa súper ácida, aunque sí que lo tiene, pero quería hacerlo todo con un tono como lo de los 'Picapiedra', como los dibujos animados que yo veía de pequeño", ha contado a Efe Mora sobre esta obra que acaba de salir a la venta de la mano de la editorial Lunwerg.

Fiel a su dibujo, que le ha llevado a proclamarse como el "patriarca" del surrealismo pop español, definición que le "hace gracia"), el catalán (Barcelona, 1975) provoca risas con esta historia que se desarrolla en un universo hilarante llamado "Retrofutura", donde igual aparece una manada de dinosaurios paseando que un niño escuchando música en un radiocasete.

Un lugar que le ha permitido "jugar con el tiempo" y el que vive el pequeño Rock Flipper, su padre Cosme y su madre Mercuria, feliz familia amante de la música que se ve acechada por unos malos encabezados por el profesor Arsenio y su hijo Virus.

Con estos personajes, Mora se adentra en una historia que comienza cuando Cosme Flipper le regala una "guitarra mágica" a su hijo y ésta es robada por Virus y su panda de robots secuaces. A partir de ahí, la lucha por formar un grupo de música se desarrolla con las coloridas y rotundas viñetas de Mora.

"Esta historia -hace hincapié- va mucho en la línea de las películas de los ochenta que me gustaban y donde siempre estaba el pringao, y los malos del instituto, es como un tópico. Y en estas películas, y cuando escribes algo así, siempre hay algo de venganza contra la gente que no te ha respetado o te ha maltratado".

En cuanto a la línea estética de los personajes, en esta ocasión el ilustrador ha echado mano de sus gustos musicales hasta el punto de "traducir a su manera" el vestuario del Niño Rock. "Está basado en el traje de un grupo de garage-surf que se llama "Los Neandertal", que van todos vestidos igual y que también me hacían pensar en los Picapiedra".

"He tenido muchas veces ese sueño de que me gustaría ser una estrella del rock, pero al final he preferido canalizarlo en un cómic porque cuando me paro a pensar en la vida de los músicos tampoco es, si lo pienso en frío, algo que me atraiga demasiado", ha confesado.

Tanto es su afición por la década de los ochenta y su música que hasta es objeto de disputa entre Rock y Virus, esa guitarra mágica, también cuenta, como describe, la estética de otro de los grandes de esta época, David Bowie. "Es una guitarra que tiene el rayo en la cara como el 'Ziggy Stardust' de David Bowie, es como un homenaje", ha añadido.

Y es esta guitarra, que piensa y habla en "El niño Rock", la que deja al lector con la sensación de que las historias de este personaje no se quedarán en este libro. "Si el público lo demanda entonces sí que quiero hacer algo (otro cómic) con la guitarra", ha concluido.

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