La experiencia de pisar (y tocar) en el Carnegie Hall

  • El pasado 5 de febrero el español Mario Prisuelos, un madrileño de 35 años, pasó a engrosar la lista de intérpretes que han tocado en el interior del emblemático Carnegie Hall de Nueva York. Este viernes 17 tiene una cita de nuevo con el público en el Auditorio Nacional, donde interpretará obras de jóvenes compositores españoles.
Ylenia Álvarez

Entre la Séptima Avenida y la Calle 57 de Manhattan, esa maravillosa isla de Nueva York donde todo es posible, se encuentra un pedazo de la historia musical occidental, un edificio de tonos rojizos llamado Carnegie Hall. Por él han pasado estrellas de la talla de Duke Ellington, Billie Holiday, Judy Garland, Nina Simone y también otros con un punto más pop-rock como los Beatles, los Beach Boys y hasta Pink Floyd.

Su apuesta por la música considerada clásica ha sido una de sus grandes claves desde el momento en que oficialmente abrió sus puertas con un concierto conducido por Peter Ilych Tchaikovsky. Fue sede de la Filarmónica de Nueva York y aunque corrió peligro de demolición cuando ésta cambió de sitio, precisamente fue el violinista Isaac Stern quien la salvó de la "muerte", por decirlo de alguna manera.

Siempre ha acogido importantes estrenos y a intérpretes de nivel, y de hecho, hay una famosa broma utilizada cuando un turista pregunta a un neoyorkino "¿cómo se llega a Carnegie Hall?", éste le responde: "Practicando, practicando". Tampoco falta quien ha descrito al edificio como un instrumento en sí mismo por su maravillosa acústica.

El pasado 5 de febrero el español Mario Prisuelos, un madrileño de 35 años, pasó a engrosar la lista de intérpretes que han tocado en su interior. "Fue increíble pisar un escenario que pertenece a un sitio emblemático donde se respira un poco a todos los mitos que han estado tocando allí. Si encima interpretas música de tu país y a compositores con los que has crecido, el placer es duplicado", confiesa Prisuelos.

"Es una sala fascinante, con un público muy cálido. La verdad es que siempre que he tocado música española he notado muy buena aceptación y el público neoyorquino respondió fabulosamente", añade.

Mario Prisueles empiezó a tocar cuando era un niño en Madrid, durante sus últimos años de estudio pasó un tiempo de formación en Viena y después regresó a Madrid para perfeccionarse con Humberto Quagliata y recibir clases magistrales de grandes maestros como Alicia de Larrocha. Desde muy joven llevó a cabo una intensa actividad concertística tanto como solista como en grupos de cámara. Ha tocado en Viena, Milán, Zagreb, Londres, Nueva York... y es ya un habitual de varios festivales europeos.

Para esta ocasión Prisuelos apostó por un programa de música española llamado Contrastes, que consistió en interpretar obras de dos en dos: una obra antigua (clásica) y una obra actual. En muchos casos "se poduce un contraste, una metamorfosis o una unión de una obra con la otra, y en cualquier caso la idea principal es hacer que el público no piense si está escuchando una obra antigua o moderna y se concentre en el placer de escuchar", matiza el pianista. El programa pasaba así por temas de autores más clásicos como Turina, Falla o Granados y de autores vivos como Jesús Torres, David del Puerto o gente más joven como Mario Carro o José Minguillón.

Contrastes

Mario Prisuelos relata que el sistema americano es muy organizado: "Tuve ensayo esa misma mañana y luego por la tarde, pero los horarios allí son muy extrictos hasta tal punto que mejor no pasarse porque hay penalizaciones económicas". "Esto se traduce personalmente en un placer luego en el concierto total. Pisas el escenario y sientes una especia de calma y de comunicación (a pesar de los nervios previos)", añade.

"Los nervios son necesarios, te ayudan a estar alerta y a sacar lo mejor de ti, aunque hay un punto en que si los nervios te bloquearan sería algo negativo. En mi caso esas sensaciones de antes se traducen en encontrar mi sitio, mi lugar, cuando piso el escenario".

Como manía, confiesa: "Me gusta dormir una buena siesta antes de un concierto y entrar en contacto con las musas, con el mundo de los sueños y del inconsciente".

La música española y los nuevos compositores

Para Prisuelos "la música española tiene una impronta propia, un sello personal, puede ser que llame la atención en muchos casos esa impresión, pero luego se acepta como música de calidad". "Hemos sufrido las consecuencias de hacer un tipo de música más folklórica, más nacionalista, pero finalmente ha quedado de manifiesto la calidad no sólo por ese exotismo, aunque ahora con toda la globalidad se están difuminando también los límites de ese sello propio", matiza el intérprete.

El viernes 17 de febrero Mario Prisuelos estará en el Auditorio Nacional a las 22:30 horas para interpretar obras de músicos jóvenes, lo último que se está haciendo ahora mismo en España. "Creo que es interesante porque es un poco vivir a tiempo real lo que se está haciendo por gente que tiene 'veintipico' años". "Estoy comprometido con estos compositores como Mario Carro y este viernes continúo con estrenos de Alberto Carretero, de Joan Magraner, etc.".

Sobre sus sensaciones frente a estas nuevas obras, Prisuelos afirma que siente igual una obra que se ha hecho hoy en día que una que se hizo hace 100 años, es más, "muchas veces siento mucho más por estar escrita en mi tiempo, por gente de mi tiempo y por poder compartir vivencias con el propio compositor"."Me hubiera gustado haber hablado con Beethoven y haberle preguntado algunas cosas, pero como no es posible pues aprovecho al ocasión de poder hacerlo con otros".

Insiste en que "en este país existe una corriente de compositores jóvenes de una calidad muy alta, gente que está haciendo cosas muy interesantes a nivel mundial y sinceramente para mí es muy excitante poder trabajar toda esa serie de obras con las que me identifico, sobre las que creo y con las que puedo volcar toda mi pasión como intérprete".

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