La magia de décadas pasadas inundará hoy Uruguay en su Noche de la Nostalgia

Francisco Javier Lama

Montevideo, 24 ago.- Hay una noche en el calendario uruguayo en la que las agujas del reloj van para atrás y la magia de las décadas pasadas invade de nuevo bares y discotecas: es la Noche de la Nostalgia, la fiesta popular del país sudamericano que más ciudadanos convoca y que hoy cumplirá 35 años de vida.

El origen de esta hoy multitudinaria celebración se remonta a 1978, cuando Uruguay estaba sumida en una dictadura militar (1973-1985).

Un joven conductor de radio de 20 años llamado Pablo Lecueder, que dirigía un programa para recordar viejos éxitos musicales, llamado "Old Hits", organizó una fiesta con la música que pasaba en la emisora, a la que denominó "Noche de la Nostalgia".

La consigna de esa noche era: "Recordar es lindo, pero con música es mucho mejor" y decidió convocarla la noche del 24 de agosto, víspera de la festividad nacional por el Día de la Independencia.

Ese llamamiento fue muy bien aceptado por los montevideanos y fue creciendo año tras año, hasta convertirse en la actualidad en la fiesta que convoca a más personas en el país sudamericano, movilizando en esa noche a unos 600.000 uruguayos, por encima de los festejos de Fin de Año.

Según explicó a Efe el propio Lecueder, que se define como "descubridor" más que como "creador" de la fiesta, nunca anticipó la aceptación que tendría este homenaje al pasado tantos años después.

"Había algo en el chip de los uruguayos que saltó con esta fiesta, era el querer recordar momentos lindos vividos", relató.

Si bien es una noche en la que salen ciudadanos de todas las edades para bailar en bares y discotecas y regresar al pasado por unas horas, el público más frecuente es el formado por "personas de más de 40 años, que habían dejado las pistas de baile pero salen esa noche para recordar su juventud", aseguró.

"Esa es la magia de esa fiesta, recordar gracias a la música el primer beso, los años del instituto, las reuniones con amigos, los momentos que uno atesora. Eso es lo lindo que tiene recordar", subrayó.

¿Y qué debe tener una buena fiesta de la nostalgia? Para Lecueder, la pista está en la "diversidad", para que haya "muchas fiestas para cada persona y cada gusto, no solo de una determinada temática musical".

La convocatoria más grande para esta fiesta se realiza en las instalaciones del Laboratorio Tecnológico de Uruguay (LATU), un espacio que otorga "mayor comodidad" y a la que acuden unas 2.500 personas cada año, si bien sólo en Montevideo están previstas más de 450 fiestas para esta noche.

Una de las más lujosas en todo el país será la organizada en el emblemático hotel Conrad del balneario de Punta del Este, donde la entrada cuesta 150 dólares y que girará en torno al movimiento "hippie".

Sin embargo, también existe un movimiento "antinostalgia", impulsado por los sectores más jóvenes, y no son pocos los locales que promueven celebraciones con música actual para reivindicar el presente, e incluso otros que celebran simultáneamente la Noche de la Nostalgia y la Noche de la Antinostalgia.

En cualquier caso, la gente que sale espera escuchar en su enorme mayoría los grandes éxitos musicales de los últimos cincuenta años, entre ellos los clásicos Beatles, Rolling Stones o Queen, y muy poca música electrónica o cumbia, los más habituales tonos que suenan en la noche uruguaya.

Los disfraces "retro" y la ambientación de los locales también forman parte del entorno de la fiesta.

"Si suponemos que cada uruguayo gasta esa noche un promedio de 50 dólares, podemos estimar que se mueven más de 30 millones de dólares", informó a Efe el coordinador del Conglomerado de Turismo Montevideo, Manuel Cuadrado.

El funcionario destacó además que la Noche de la Nostalgia es el día del año de "mayor ingreso por derechos de autor" para la caja de la Asociación General de Autores de Uruguay (AGADU).

El objetivo último entre tanta oferta y lo único importante, según resaltan sus organizadores, es bailar y disfrutar al ritmo de las canciones que marcaron aquellos momentos que, por mucho que pasen los años, nunca se borrarán de la memoria.