La más ambiciosa exposición europea de Edward Hopper, en el Thyssen

  • La más amplia y ambiciosa selección de obras que se han mostrado en Europa del artista estadounidense Edward Hopper (1882-1967) configuran la exposición "Hopper", que del martes 12 de junio al 16 de septiembre se instala en el Museo Thyssen-Bornemisza.

Madrid, 10 jun.- La más amplia y ambiciosa selección de obras que se han mostrado en Europa del artista estadounidense Edward Hopper (1882-1967) configuran la exposición "Hopper", que del martes 12 de junio al 16 de septiembre se instala en el Museo Thyssen-Bornemisza.

El Museo Thyssen, que posee la colección más importante del pintor fuera de EEUU, y la Réunion des musées nationaux de Francia, referente en la pintura francesa de principios del siglo XX que tanto marcó a Hopper en sus comienzos, han sumado fuerzas para organizar esta exposición, que posteriormente viajará a París.

Se han logrado reunir 73 piezas del artista que halló la belleza en las escenas cotidianas, tremendamente contenidas, inquietantes, y de gran fuerza estilística.

El MoMa, el Museum of Fine Arts de Boston, La Addison Gallery of American Art de Andover o la Pennsylvania Academy of Fine Arts de Filadelfia, además de catorce obras del legado de la esposa del pintor, Josephine N. Hopper y la Terra Foundation for American Art, son algunas de las instituciones y colecciones privadas que han colaborado con la muestra.

Comisariada por Tomás Llorens (director honorario del Museo Thyssen) y Didier Ottinger (director adjunto del MNAM/Centre Pompidou), la exposición retrata el perfil de uno de los pintores estadounidenses más conocidos y apreciados de Europa, que, sin embargo, no había protagonizado una retrospectiva de estas características en el viejo continente.

"Hopper" está estructurada en dos grandes capítulos, el primero de ellos, arranca con su paso por el estudio de Robert Henri en la New York School of Art y recorre su periodo de formación, con obras entre 1900 y 1924.

El pintor, que hasta los 43 años no había vendido un cuadro, viaja por primera vez a París en 1906 y entra en contacto con un contexto artístico que los comisarios han reflejado con obras de Albert Marquet, Walter Sickert o Félix Valloton.

Y es que, Hopper seguirá una corriente que empieza con Manet: la pintura de las escenas de café, de cabaré o de costumbres, que él lleva a los Estados Unidos de la década de los años veinte y treinta, con un tono y un estilo muy diferente al de los franceses. "Es introspectivo, austero, puritano, ético, seco y objetivo y, al mismo tiempo, muy estilizado", opina el comisario Llorens.

La segunda parte de la exposición refleja el Hopper maduro, siguiendo un hilo cronológico y sus temas más recurrentes: la arquitectura y sus habitantes, aislados en sus mundos.

La exposición incluye también un apartado específico dedicado a su relación con el cine, compuesto por un ciclo de proyecciones y una sala donde el cineasta estadounidense Ed Lachman reproduce el cuadro "Sol de la mañana" en tres dimensiones.

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