La mirada de Virxilio Vieitez cuelga de las paredes del Espacio Telefónica

  • Los retratos realistas de Virxilio Vieitez, un fotógrafo gallego de los años 60 que aprendió por sí mismo el arte de dibujar con luz por medio de una cámara, ocupan las paredes del Espacio Telefónica hasta el 19 de mayo.

Madrid, 6 feb.- Los retratos realistas de Virxilio Vieitez, un fotógrafo gallego de los años 60 que aprendió por sí mismo el arte de dibujar con luz por medio de una cámara, ocupan las paredes del Espacio Telefónica hasta el 19 de mayo.

Virxilio Vieitez (Pontevedra, 1930-2008) es hoy uno de los fotógrafos documentalistas más importantes de España, pero durante años sus negativos permanecieron ocultos en el fondo de unas latas de revelado: "Había negativos hasta en la cesta de los gatos", ha explicado el director del museo Marco de Vigo, Iñaki Martínez Antelo durante la presentación de la muestra.

Se trata de una retrospectiva del trabajo del fotógrafo de Soutelo de Montes (Pontevedra), que va desde sus obras más antiguas hasta su batalla con las imágenes en color, que según su hija Keta Vieitez hicieron que al final de su carrera tuviera "una sensación de fracaso existencial".

"Yo tenía que saber fotografía para poder entender a mi padre", ha dicho la también fotógrafa Keta Vieitez, pero para comprender la obra de este fotógrafo hay que conocer a los vecinos del Soutelo de Montes de antaño.

Llegó a la fotografía con 18 años y una Kodak de cajón de formato 6X9 que cambió su plan de vida. Se había dedicado a la mecánica, pero no tardaría en abandonar los coches por una profesión que sacaba partido a su capacidad para mirar.

Eran años en los que los "gallegos" eran una metonimia de todos los españoles en América Latina, lo que provocaba que el propio Vieitez riera pensando que aquellas tierras debían estar llena de sus fotos.

Aunque los sujetos de sus instantáneas eran amigos y conocidos, sus trabajos siempre fueron profesionales: "No desperdiciaba ni un disparo", ha comentado la comisaria de la exposición Enrica Viganò.

Entierros, bodas, comuniones o fotografías para el documento nacional de identidad. Este fotógrafo se encargaba de retratar la vida de todos los habitantes de su pintoresco pueblo y, aunque la moda de entonces era la fotografía de estudio, prefería el retrato al aire libre.

"Quiero que el visitante experimente una sensación similar a la que hubiera sentido si caminara entre los vecinos de Soutelo de Montes", ha dicho Viganò, y por eso las instalaciones dibujan un laberíntico espacio en el que el espectador va encontrado todas las fotografías de DNI.

En total son 300 las fotografías que se exponen, y dibujan una línea temporal que refleja el cambio en la sociedad, aunque como ha comentado su hija, aún no han abierto todas las latas.

Al margen del valor documental o histórico de la exposición, la comisaria insiste en que es una figura clave de la historia del retrato contemporáneo y como tal espera ver sus obras más allá de las fronteras de España.

Esta exposición se completa con una serie de cursos, talleres y conferencias que indagan en el significado y repercusión de la obra de Vieitez.

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