La pintura irónica del cubano Carlos Boix, por primera vez en España

  • Madrid.- El artista cubano Carlos Boix, alumno de su compatriota René Portocarrero y relacionado con el mundo surrealista, especialmente con Roberto Matta, muestra por primera vez en Madrid sus coloristas pinturas, llenas de humor e ironía, sobre los excesos de la sociedad de consumo.

La pintura irónica del cubano Carlos Boix, por primera vez en España
La pintura irónica del cubano Carlos Boix, por primera vez en España

Madrid.- El artista cubano Carlos Boix, alumno de su compatriota René Portocarrero y relacionado con el mundo surrealista, especialmente con Roberto Matta, muestra por primera vez en Madrid sus coloristas pinturas, llenas de humor e ironía, sobre los excesos de la sociedad de consumo.

Las obras que se exhiben a partir de mañana y hasta el 2 de marzo en la sala Maruja Mallo, del Centro Pérez de la Riva, de Las Rozas (Madrid), pertenecen a los trabajos más recientes realizados en sus estudios de París, Ginebra y Madrid y se completan con dos vídeos sobre la trayectoria del artista.

Una treintena de pinturas de gran formato integran "Swap", que Carlos Boix traduce como "intercambio", al definir así una pintura de superposiciones, múltiples presencias e imágenes y materia plástica.

Sus obras muestran un mundo despiadado y fuera de control. Un ejercicio de creación neta donde su ojo curioso y atento hurga en la sociedad de consumo, encuentra sus excesos y nos los muestra sin piedad y con humor.

Un humor, siempre presente en su obra, que actúa como catalizador estético de algo que, de otra manera, sería muy crudo. El resultado es una pintura jubilosa, que disfruta el placer cotidiano de la creación, tarea en la que traza un cosmos de signos y símbolos interrelacionados muy visual y acompañado, casi siempre, de un breve apoyo verbal.

Nacido en La Habana, en 1949, tras un largo periplo europeo Boix ha recalado en Madrid, en plena calle Mayor, donde ha abierto un estudio en el que reflexiona, a través de sus pinturas, sobre las múltiples contradicciones y paradojas de la sociedad capitalista.

Excesiva y radical, la pintura de Boix es como un antídoto a los excesos de una sociedad acelerada y caótica. En una época de reivindicación de la pintura, Boix hace un canto a esta materia con obras provocadoras y excéntricas.

En la tela, sus relatos se enriquecen con multitud de detalles en los que el pintor muestra su destreza en trazos, formas y colores que forman obras llenas de burla y humor con una paleta en la que los colores de Cuba y el Caribe nunca quedan ajenos.

El agua es uno de los temas que ha centrado la producción del artista durante estos últimos años y argumento de una amplia serie, poblada de elementos cotidianos, de animales, y plantas que convierte en iconos de nuestros días.

La formación de Carlos Boix pasó por la Academia de San Alejandro, que abandonó para crear su propio lenguaje. Con 18 años ganó el primer premio en el Salón du Dessin de La Habana, asistió a los talleres de René Portocarrero (1912-1986) y Mariano Rodríguez (1912-1990).

Fue uno de los artistas que en 1974 participó en la realización de un mural colectivo, a petición de Fidel Castro, y que misteriosamente desapareció. Luego viajó a Europa, a reencontrase con un pasado en el que se figura un abuelo catalán que, en Barcelona, fue mecenas de Antonio Gaudí.

En estos años Boix ha expuesto en galerías de todo el mundo. Estocolmo, Argelia, Túnez, París y, especialmente, Ginebra han sido escalas de una trayectoria en la que ha mantenido relación con amigos como Alain Jouffroy, José Pierre, el escritor cubano Eduardo Manet, Olle Granath, Regis Debray y Fernando Arrabal, quien ha escrito un prólogo poético para esta exposición.

La obra del pintor cubano se expone, entre otros, en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Museo Moderno de Estocolmo, así como en colecciones privadas de diferentes países.

Mila Trenas

Mostrar comentarios