La "tropical" visión de "Las meninas" del mexicano Anaya llega a Madrid

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 5 oct.- Quien vea "Las meninas" del mexicano Ernesto Anaya, que estrena mañana el madrileño Teatro Español, no mirará ya nunca con los mismos ojos la excepcional obra de Velázquez porque su "tropical" y lúdica propuesta revienta las costuras de la corrección tratando de averiguar que movió al artista a pintar aquel cuadro.

El director, Ignacio García, el único español del elenco, ha presentado hoy junto a la actriz que encarna a la infanta Margarita, Aurora Cano, este "cuadro en movimiento" que fue encargo del festival DramaFest y que se estrenó hace un año en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Estas "Meninas" joviales, llenas de humor y frescura, ha explicado García, recorrerán unos 28.000 kilómetros, tras su paso por ciudades como Sarajevo, Madrid, Cuenca, San Sebastián o Cádiz.

La idea de Anaya, con la que éste obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia Oscar Liera, es que fue la enana de origen germánico Maribárbola la que instigó al pintor, que en los últimos 20 años de vida había dejado los pinceles para entregarse a su objetivo de conseguir la Cruz de Santiago, para que inventará un mundo distinto y logrará la trascendencia de todos los que aparecieran en el.

El cuadro y su estética son el marco de la narración de esta propuesta que sumerge a todos los personajes en el torbellino de la supervivencia y el ansia de posteridad como única forma de salir del horror.

Velázquez -Javier Díez Dueñas- sabe que colocándose junto a la familia real en el cuadro se hace hueco entre la nobleza intelectual, mientras que la infanta Margarita es consciente de que a pesar de sus pocas esperanzas de vida, condenada por la endogamia de los Habsburgo, seguirá viviendo para siempre si "sale" en ese cuadro.

Ella es "insólita y muy potente", el "detonador-demonio" que genera todas las ideas que llevan a la creación del contenido del cuadro, con un humor llevado al extremo, como toda la obra, en la que se ha utilizado la "iconografía" de Velázquez, incluido el vestuario de la época, ha detallado Cano.

Las dos meninas -Violeta Sarmiento e Ichi Balmori- sufren la represión contrarreformista y ultra católica y se "distraen" practicando extrañas y góticas perversiones sexuales, que incluyen un "intenso cunilingus", a la vez que leen verdaderas y atroces sentencias de la Inquisición.

"La obra no es pornográfica ni sexualmente explícita. Las meninas viven la excitación de lo prohibido y se lanzan al barro de la censura de forma erotizada", ha precisado García, que ha sido "muy crítico" con un reinado "en continua devaluación".

"La España del XVII no era recomendable para los menores, por eso la obra no lo es para chavitos que no hayan cumplido los quince", ha apostillado Cano.

El friso en claroscuro de una España "en el punto más alto de la caída" es reflejada en un texto posmoderno de discontinua estructura en la que son continuas las referencias da la actualidad para poner aún de mayor relieve la decadencia moral y política, aunque espléndida en el ámbito artístico, de la corte de Felipe IV.

"Hay un equilibrio exhaustivo con la parte documental aunque sea un discurso literario muy libre, en el que se mezclan España y México perfectamente, como el chocolate con leche, con lo más sabroso de las dos orillas", ha resumido García.

El director cree que ha sido "bueno" que Anaya no conociera el texto del español Antonio Buero Vallejo sobre el cuadro, "mucho más denso y menos atrevido".

"Aquí hay un frescor, una irreverencia, un delirio, una mirada desde fuera que no hay en Buero. Yo como director no me hubiera atrevido, pero en México se hace un teatro 'tropical' y se deja ir", ha subrayado entre carcajadas.

En su opinión, el mensaje es muy parecido, aunque Anaya "tira hacia lo contemporáneo de la imagen" y acaba con Velázquez diciendo "estoy pintando a la gente de ahí fuera", es decir, a los millones de personas que han contemplado su cuadro durante estos 400 años.

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