Las elecciones en el Palau o donde Proust intuyó "En busca del tiempo perdido"

  • Barcelona.- No hay constancia de que el escritor francés Marcel Proust visitara Barcelona a principios del siglo XX, cuando se erigió el Palau de la Música, pero si hubiera soportado las 7 horas que duraron las elecciones presidenciales de ayer, no habría encontrado mejor inspiración para su "En busca del tiempo perdido".

Mariona Carulla, nueva presidenta del Orfeó Català tras ganar las elecciones
Mariona Carulla, nueva presidenta del Orfeó Català tras ganar las elecciones

Barcelona.- No hay constancia de que el escritor francés Marcel Proust visitara Barcelona a principios del siglo XX, cuando se erigió el Palau de la Música, pero si hubiera soportado las 7 horas que duraron las elecciones presidenciales de ayer, no habría encontrado mejor inspiración para su "En busca del tiempo perdido".

La experiencia por la que ha pasado la centenaria institución musical en los últimos 16 meses serían también un argumento perfecto para una novela negra de Simenon, en las que el inefable Maigret debería investigar un robo a gran escala, el desvío de fondos a un partido político o la anulación de una parte del proceso electoral -el de los cantores- por una aparente 'cantada' de la Mesa Electoral.

Hasta la jornada electoral de ayer, la primera que protagonizaban los socios del Orfeó Català, el "alma mater" del Palau, en sus casi 120 años de historia, un hipotético espectador creería estar viendo un episodio tardío de aquella legendaria serie televisiva, "Soap" (Enredo), de los años 70.

A saber, una candidata a la presidencia que había sido vicepresidenta durante once años en una junta en la que el presidente y un círculo reducido de secuaces se hacen con 30 millones de euros, pero que tras descubrirse el desfalco asume la presidencia hasta que presentó la dimisión para presentarse a los comicios.

La entonces aspirante a la presidencia presentó un programa con propuestas novedosas, mientras que su oponente, con un programa más bien escaso se ha dedicado a impugnar cualquier cosa que se movía en todo el proceso: Si no le dan teléfonos, impugna; si no le dan direcciones, impugna; si no le dejan repartir papeletas (suyas se supone), impugna.

En la antesala de las votaciones, el candidato ya tenía su primer "cadáver" sobre la mesa, el director general, Joan Llinares, aquel que las escandalizadas administraciones habían colocado en el Palau para vigilar el proceso post-fraude.

Cuando se cerraron las urnas poco antes de las 21 horas, ya llamaba la atención que frente a los 350 votos presenciales, aún debían ser validados e introducidos en las urnas más de 500 votos por correo.

En alguna candidatura se encendió la alarma con el recuerdo reciente de las elecciones presidenciales del Real Madrid que ganó en 2006 Ramón Calderón gracias al voto por correo.

La mecánica del recuento hizo eterno el proceso en plena era digital: una persona abría con un abrecartas todos los sobres, otra le daba el voto al presidente de la Mesa, otro comprobaba que el presunto votante estaba al día de las cuotas, otra certificaba que no había votado también de manera presencial y finalmente Antoni Dalmau depositaba el voto cerrado en la urna.

Quinientos votos cerrados después, se iniciaba el escrutinio de viva voz y, en paralelo, con las habituales asignaciones de palotes, bolígrafo en mano, a cada uno de los candidatos. Así, hasta las 2 de la madrugada.

Cuando un servicio de "catering" sirvió unos improvisados bocadillos y pinchitos a los miembros de la Mesa que realizaban el agónico recuento, no fueron pocos los que pensaron que aumentaría de forma alarmante el número de votos nulos por la aparición de unos inesperados lamparones de aceite en las papeletas.

El suspense también presidió la noche, sobre todo, cuando en el cansino recuento que hacía el presidente de la Mesa Electoral, Antoni Dalmau -político, pero escritor también- el montón de papeletas a favor del candidato Enric Enrech parecía equipararse al que exhibía la favorita Mariona Carulla, quien al final ganó.

Parafraseando a los "Especialistas Secundarios" del programa radiofónico "Hoy por hoy" de la cadena Ser, si un extraterrestre hubiera aterrizado ayer en el Palau no habría entendido cómo es que se tarda más en recontar 859 votos que en pasar lista a los casi 3 millones de votos que se tendrán que revisar en las elecciones catalanas del próximo domingo. Ver para creer.

Por Jose Oliva

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