Las formas de divo de Justin Bieber enfurecen a la prensa en su visita a Madrid

  • Llega casi una hora tarde. No se para a posar delante de los fotógrafos. En ningún momento se quita la capucha dentro de la sala de prensa. Y su productor ni siquiera hace acto de presencia, pese a estar convocado.
'Justin Bieber: Never Say Never' Madrid Photocall
'Justin Bieber: Never Say Never' Madrid Photocall
M.J. Arias

La rueda de prensa de hoy de Justin Bieber fue un cúmulo de despropósitos. Uno detrás de otro sin que nadie pareciese tener la autoridad suficiente para ponerles fin. Al calor reinante en la sala donde los medios habían sido convocados y al reducido espacio habilitado para los fotógrafos se unió el hecho de que el protagonista de la convocatoria llegase tarde. Y, no solo eso, sino que a su retraso, además, hubo que añadir el feo gesto de no pararse ante los medios gráficos, que poco antes habían amenazado con un plante.

"Viene con 30 minutos de retraso". Un miembro del equipo de prensa anunciaba así a los periodistas presentes en la rueda de Justin Bieber hoy en Madrid que el objeto de la misma iba a llegar tarde. Claro, que no se refería a media hora, sino otra media que sumaba a la ya acumulaba. No hace falta ser matemático para calcular el resultado. Una hora de espera sobre el horario previsto sin más explicaciones que estas. Consecuencia: los fotógrafos deciden hacer un plante. Entre que deciden que se van, avisan a los redactores, que los de seguridad les dicen que no pueden estar en los pasillos, que entran, que salen… pasan algo más de 15 minutos y aparece Justin Bieber.

¡Qué suerte! No es una hora de retraso, solo serán 45 minutos. Eso sí, los quince de espera que ahorra a los periodistas se los come pasando como si fuese una estrella fugaz por delante de los fotógrafos que aún estaban allí. Ni se paró ni se quitó la capucha calada hasta las cejas. Con las protestas aún retumbando fuera, se cierra la puerta y arranca una rueda de prensa tensa y con muchas prisas. Solo hay 30 minutos para preguntar y el traductor avisa de que hay que ser concisos. Ahí va la primera. "¿Por qué no te has parado ante los compañeros fotógrafos para que puedan hacer su trabajo?". Entonces entra en juego el segundo en discordia, el traductor, que decide que traslada a Bieber solo lo que a él le parece bien y hace caso omiso de la pregunta.

La siguiente apenas se oye entre el murmullo de desaprobación de los presentes. El ambiente está tenso y el descontento es generalizado. Las preguntas se van sucediendo y Justin Bieber sigue sin quitarse la capucha de la cabeza. Tiene profesores para prácticamente todo lo imaginable, pero debería tener uno de educación. Alguien que le explique que hacer esperar a la gente sin dar una explicación está mal. Que no pararse en un photocall es aún peor. Y que permanecer en un sitio cerrado con la cabeza cubierta por un gorro, sombrero o capucha es una falta de cortesía. Eso y no querer contestar a las preguntas. Al fin y al cabo está ahí para eso.

Después de una batería de preguntas atropelladas, con prisas y con respuestas más o menos interesantes, otra periodista decide probar suerte y tantear de nuevo el terreno. "¿Has tenido algún problema con los fotógrafos en España y por eso no te has querido parar antes?". Esta vez el traductor cumple su cometido y traslada la cuestión a Bieber que contesta con un "no" que suena igual en inglés que en español. Por mucho que él sea canadiense. Seco y tajante. Pero… ¿qué no ha tenido problemas o que no quiere contestar?

Visto lo visto, no había nada que hacer. Así que siguieron las cuestiones sobre su vida, su carrera, su futuro… Dijo que echa de menos el poder pasar tiempo con sus amigos y que no cree que vaya a tener problemas con las drogas como otros chicos que se han visto lanzados al estrellato tan jóvenes. "Cometeré errores, como todo el mundo, pero creo que tengo las cosas bien encarriladas". Según él, la familia y su entorno son su gran apoyo para permanecer con los pies en el suelo.

El caldeado ambiente se ha ido relajando por momentos y Bieber parece buscar algún tipo de reconciliación. Dice que el hecho de haberse puesto una camiseta del Barcelona en Madrid se debió solo a que su amigo y contrincante en el terreno de juego llevaba la del Barcelona. Reconoce que no sabe español, pero sí contar hasta 10. Se lanza y cuenta. ¿Para ganarse a los presentes? El guiño llega un poco tarde y es demasiado facilón.

Algunos excusaran la falta de educación de Justin Bieber en que es solo un niño. Es posible, pero para eso tiene a toda la troupe que lo acompaña. Aunque en la mesa de la rueda de prensa le dejaron solo. Su manager, Scooter Braun, también estaba convocado y no apareció. Allí se quedó el cartel con su nombre sin nadie detrás.

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