Shutter Island: Una pesadilla interminable

Gráfico: Así se rodó Shutter Island

Martin Scorsesedefine Shutter Island como "un thriller psicológico con trazos de terror gótico" mientras dibuja una sonrisa pícara. Maligna quizás. Porque sabe que su película no deja descansar al espectador, desasosegadora como una novela de Kafka, como un laberinto del que no se ve salida. Llegando a ser en momentos exageradamente dramática quizás, pero efectiva.

Shutter Island narra el viaje de los agentes judiciales Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo) a la isla del mismo nombre, lugar en la que deben investigar el paradero de Rachel Solando (Emily Mortimer), una paciente (o reclusa) de una institución para enfermos mentales criminales de la que se ha fugado de manera misteriosa. Allí conocerá a los doctores Cawley (Ben Kingsley) y Naehring (Max Von Sydow), que parecen ocultar un profundo secreto dentro de la prisión-manicomio.

Scorsese se basa en la novela de Dennis Lehane, con el mismo título, pero todo el argumento del juego con la percepción ambigua de mente, quién es loco y quién el cuerdo, y la mezcla con el mundo criminal y el terror no es algo nuevo en el cine o la literatura. Todos los doble sentidos, los trucos mentales, las escenas de terror o los giros de guión se han visto en otras ocasiones y algunas de forma muy similar. Pero no por ello la película deja de despertar una fuerte sensación de intranquilidad. La película puede resultar larga; la música, en ocasiones peca de excesivo dramatismo; y la actuación de Leonardo DiCaprio que, aunque es buena, su cara juvenil resulta poco adecuada para un personaje duro y supuestamente consagrado en el mundo de la policía judicial norteamericana. Pese a ello, el ambiente sórdido, húmedo y oscuro que construye el director puede hacer que todo eso nos pase por alto y acabemos metidos hasta los huesos en una historia de la que sólo deseamos salir.