Los restos mortales de José Saramago fueron incinerados este domingo en una emotiva ceremonia en el cementerio del Alto de San Juan de la capital lusa al que asistieron los familiares del Nobel y numerosos amigos, intelectuales y autoridades lusas.
Tras un funeral en la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento de Lisboa, donde el féretro del escritor fue visitado desde el sábado por miles de personas, su cortejo fúnebre recorrió el centro de la capital entre los aplausos de las muchas personas que acudieron a darle un último adiós.
En la ceremonia de cremación, la esposa de Saramago, Pilar del Río, afirmó que ha muerto "un hombre bueno, una excelente persona y un magnifico escritor" y agregó, al resaltar la huella que deja en todos los corazones, que sólo deben llorar hoy "quienes no le conocieron".
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