Los tres primeros Montalbano inauguran una "biblioteca de autor"

  • Carlos Mínguez.

Carlos Mínguez.

Madrid, 15 dic.- Dice el padre de la criatura, el escritor italiano Andrea Camilleri, que el comisario Salvo Montalbano, un fenómeno editorial que suma millones de lectores en todo el mundo, es un personaje melancólico "al borde de lo quijotesco" al que nadie dudaría en invitar "tranquilamente" a una cena familiar.

Un personaje cercano, de carne y hueso, "un hombre inteligente, fiel a su palabra, reacio a los heroísmos inútiles, culto, buen lector", carente de prejuicios y que razona "con sosiego".

Así describe Andrea Camilleri a su personaje en el prólogo que acompaña a la reedición de las tres primeras novelas protagonizadas por el comisario siciliano, reunidas en el primer volumen de una "biblioteca de autor" que, de la mano del sello editorial Salamandra, acaba de llegar a las librerías españolas.

Un volumen que tendrá continuidad en otros libros futuros hasta completar las veintidós novelas protagonizadas, hasta el momento, por ese "policía institucional", como lo llama Camilleri, que es Salvo Montalbano, comisario en la pequeña localidad siciliana de Vigáta, no por inventada menos "real que la vida misma".

Presentadas por orden cronológico, este primer tomo de la colección reúne "La forma del agua", que vio la luz en 1994, "El perro de terracota", publicada en 1996, y "El ladrón de meriendas", novela impresa pocos meses después.

En el prólogo que las acompaña, Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Sicilia, 1925) explica cómo se gestó esta serie negra traducida a más de treinta idiomas y que ha sido llevada a la televisión en Italia, con notable éxito de audiencia, un éxito repetido en otros muchos países del mundo, entre ellos España.

Camilleri, durante más de cuatro décadas guionista y director de teatro y televisión, desvela cómo la escritura "desordenada" de una novela histórica, "La ópera de Vigáta", en 1993, le llevó a plantearse una cuestión: "¿Soy capaz de escribir una novela empezando por el primer capítulo y siguiendo el hilo, sin saltos temporales ni lógicos, hasta el último?".

Y la respuesta a su pregunta la encontró cuando llegó a la conclusión de que "sí" era posible, siempre y cuando lograra adentrarse, escribe, "en una estructura narrativa lo bastante sólida".

Teniendo en cuenta la reglas del juego que, según otro grande de la escritura en italiano, Leonardo Sciascia, debía respetar todo autor que quisiera aproximarse al género policíaco y sin hacer caso a Italo Calvino, para quien era "imposible ambientar una novela negra en Sicalia, el viejo comunista que es Camilleri se puso manos a la obra.

Pero antes, tenía que dar forma al protagonista de su primera novela negra y proporcionarle un nombre. "Mi investigador se perfiló enseguida no como un detective privado o un 'husmeabraguetas', como los llaman los americanos, sino como un policía institucional, como un inspector o un comisario", del cuerpo de los Carabinieri.

La duda también surgió a la hora de escoger el nombre. Había dos opciones, o Cecé Collura o Salvo Montalbano, muy comunes en Sicilia.

Sin embargo, finalmente optó por el segundo en homenaje a su amigo y admirado Manuel Vázquez Montalbán, con quien mantuvo una relación estrecha durante muchos años, hasta el fallecimiento del escritor catalán de cuya pluma surgió otro policía aficionado a la lectura y el buen comer como Montalbano: Pepe Carvalho.

Tras la publicación de "La forma del agua", su primera tentación fue "dejarlo ahí, en una única novela", pero no le hizo caso "porque no estaba completamente satisfecho con cómo había quedado la figura del comisario", escribe Camilleri en su prólogo.

"Tenía la impresión de que no lo había dibujado del todo, de que había antepuesto la labor de investigador, pasando por alto algunos aspectos de su carácter. Sólo lo había resuelto a medias. Y dejarlo a medias me molestaba mucho".

Por motivos que, todavía hoy, a Camilleri le resultan "inexplicables", su personaje cosechó un gran éxito, viéndose "obligado" a otros dos títulos.

"Una vez más, me hice ilusiones de haber puesto punto y final. La verdad -reconoce hoy- es que no me apetecía ser escritor de novela negra, y menos de una serie con un mismo personaje". Sin embargo, "fue como echar gasolina al fuego", afirma. Luego llegarían otra veintena de Montalbanos.

El pasado mes de febrero, Camilleri, que apenas abandona su residencia romana, hizo una excepción y viajó a Barcelona para recoger el IX Premio Pepe Carvalho de novela negra, galardón que honra la memoria de Manuel Vázquez Montalbán.

Allí, en Barcelona, el escritor italiano, autor además de novela histórica y ensayo, aseguraba que no ve cercano el final de Montalbano, porque a su comisario le aterra "la perspectiva de jubilarse". "Se siente más viejo de lo que en realidad es, pero no quiere jubilarse", recalcó.

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