Luis Bolívar indultó un toro de Ernesto Gutiérrez en feria colombiana

  • Luis Bolívar y el ganadero Miguel Gutiérrez, propietario del hierro Ernesto Gutiérrez, salieron a hoy hombros de la plaza de toros Cañaveralejo en la segunda corrida de la feria de Cali, Colombia.

Rodrigo Urrego

Cali (Colombia), 27 dic.- Luis Bolívar y el ganadero Miguel Gutiérrez, propietario del hierro Ernesto Gutiérrez, salieron a hoy hombros de la plaza de toros Cañaveralejo en la segunda corrida de la feria de Cali, Colombia.

El torero caleño cuajó una grandiosa faena al toro "Colillero", cuarto de la tarde, que fue indultado tras un auténtico clamor popular en los tendidos que reclamaba, con pañuelos blancos, el premio máximo para el ejemplar.

Ese es el resumen del capítulo más emotivo de una tarde muy intensa, en la que los protagonistas se jugaban mucho más que su prestigio.

Porque Bolívar había llegado a Cañaveralejo por la vía de la sustitución, casi por la puerta de atrás. Y se marchó de la plaza con los argumentos suficientes para disputar el trofeo Señor de los Cristales.

Mientras que el hierro de Ernesto Gutiérrez volvía a Cali tras nueve ferias ausente. Pero con la tarde de este 27 de diciembre no sólo fue un regreso para quedarse, sino que sumó una más a sus múltiples conquistas, esta vez una plaza que históricamente se le había resistido.

Bolívar y "Colillero" sólo se entregaron hasta el último tercio. Antes el toro había deambulado por la plaza algo suelto, pero con una virtud. Cuando fijaba su atención en lo que le atraía, se iba a su búsqueda con un emotivo galope.

El torero lo sabía. Por eso, en la segunda serie se fue a mucha distancia para citarlo. El toro veía la muleta y prendía galope, sin importar que el engaño estuviera lejos.

Ese momento fue clave para que los tendidos se dejaran cautivar por lo que sucedía en el ruedo.

Después, a distancia más prudente, Bolívar toreo con poderío y ambición. Las series con la diestra tuvieron temple y firmeza. Pero la clave para el éxito llegó cuando el torero tomó la muleta con la izquierda. Los naturales fueron lentos y de suave trazo, lo que los hizo imponentes.

"Colillero" respondía con clase. Seguía la muleta sin traición. Su fijeza y galope continuaban, a la vez que en los tendidos los pañuelos aumentaban para que el veredicto del palco presidencial les permitiera, a toro y torero, ganarse una placa en el recuerdo de esta plaza.

Bolívar ya había conquistado una oreja. Lo hizo con el primero de la tarde. Un toro de nobles embestidas pero al que le faltaba algo de emoción. El torero lidió con limpieza, sin mácula, pero tampoco con mayor ambición.

Pese a que la espada quedó muy abajo, el público pidió una oreja la cual concedió el palco en lo que fue el exceso de la tarde. Ese premio sobraba. Y la conciencia del torero así lo entendió, pues devolvió el trofeo con prisa, la misma con la que dio una vuelta al ruedo de trámite.

La tarde tuvo otro capítulo muy intenso. El del segundo. Un toro con rasgos más santacolomeños y con la embestida más emotiva de la tarde, por lo compleja y difícil.

David Mora, que llegó con fama de héroe, le tocó soportar el nervio y la viveza del toro más fiero del encierro. Le buscó el sitio y lo encontró. Para ello, tuvo que sortear miradas y amagues que amenazaban con levantarle los pies del piso.

Pero a la salida de una laboriosa serie, el torero cayó tras una zancadilla. El toro lo buscó en el piso y con una de sus extremidades le pateó la mandíbula. Mora quedó inerme en el ruedo, pero no fue más que un K.O., del que se levantó antes de las diez campanadas para lidiar su segundo ejemplar.

A este toro lo fue a buscar a la misma puerta de chiqueros. En el instante más emotivo de esa faena, pues el toro terminó por embestir con aburrimiento y el torero por alargar la suertes en busca de un triunfo que ya se había escapado.

Juan Solanilla tuvo en el tercero una oportunidad para subir peldaños. Y parecía conseguirlo, porque este torero alcanzó a mostrar que puede avanzar a ese camino de la profundidad. Sin embargo, de nuevo apareció su pecado. El de series cortas a las que le faltaba poco para alcanzar la cima.

El sexto fue un suplicio. El más deslucido del encierro y que tenía algunas malas ideas por ahí enredadas. Los dos puyazos fueron prudentes para evitar disgustos. Pero el torero, tras un intento sin recompensa, se fue de la plaza con tres avisos.

Ficha

Cali, segunda corrida de feria

Media plaza

Toros de Ernesto Gutiérrez Arango, de desigual presencia y juego. Difícil pero fiero y muy emocionante el segundo. Bravo y con clase el cuarto, "Colillero" de nombre, número 177, con 496 Kilos, que fue indultado

Luis Bolívar: una oreja y dos orejas simbólicas

David Mora: golpeado por su primero, y palmas

Juan Solanilla: silencio tras aviso y tres avisos.

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