Miguel Abellán, El Cordobés y El Fandi, a hombros en Palencia

  • José Luis Lera.

José Luis Lera.

Palencia, 29 ago.- Miguel Abellán, que cortó tres orejas, fue el máximo triunfador de la corrida celebrada hoy en Palencia, segundo festejo de la Feria de San Antolín, en la que Manuel Díaz "El Cordobés" y David Fandila "El Fandi" han obtenido dos orejas cada uno, saliendo los tres de la plaza a hombros.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Albarreal, el segundo como sobrero, de excelente juego, algunos incluso aplaudidos en el arrastre, a excepción del soso y tardo primero, y el blando quinto.

Manuel Díaz "El Cordobés", silencio y dos orejas.

Miguel Abellán, dos orejas y oreja.

David Fandila "El Fandi", oreja y oreja.

La plaza tuvo un tercio de entrada en tarde agradable de temperatura y ligeramente ventosa.

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MIGUEL ABELLÁN, EN PLENITUD Y MADUREZ.

Miguel Abellán realizó una faena de alto voltaje artístico ante un toro, el primero de su lote, que fue a más y terminó embistiendo con celo, prontitud y nobleza. Toreó muy bien con ambas manos en tandas muy ligadas y mató de una espectacular estocada de efecto fulminante.

En su segundo, quinto de la corrida, un buen toro pero con escasa fuerza, se volvió a mostrar como un torero maduro, reposado y valeroso, y de nuevo ejecutó de manera irreprochable la suerte suprema.

Brindó al público El Cordobés el primer toro de la tarde. Los aficionados pensaron que, si no una faena exquisita, si se mostraría en su versión populista, comunicadora y variada. Craso error. Manuel Díaz obsequió a la concurrencia con una labor tan gris como su oponente. Para colmo, atravesó a su enemigo con la espada.

Espoleado por el triunfo de sus compañeros, salió en su segundo dispuesto a enmendarse y lo consiguió a su manera. Un público fiel y enfervorecido no cesó de ovacionar sus acrobacias, gesticulaciones y saltos de la rana que prodigó antes de colocar una magnífica estocada.

Cuando concluyó su labor con capote y banderillas, ya tenía El Fandi una oreja ganada del tercero de la tarde, lo que no fue capaz de impedir su trapacera, larga y aburrida labor ante un astado de extraordinaria bravura y nobleza. Volvió a provocar otro alboroto con las banderillas en el último de la tarde para después realizar un trasteo muy aplaudido por el público en todos sus pasajes.

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