Miguel Brieva quiere con su cómic que te desenganches de la "droga dura" del consumismo

  •  El dibujante sevillano publica 'Memorias de la Tierra', una novela gráfica que satiriza los males del sistema capitalista y pretende que el lector se desenganche de 'la droga dura de la sociedad de consumo'. Su objetivo es evitar la debacle a la que estamos abocados si seguimos con el estilo de vida que impera en Occidente.
La quiebra del capitalismo global, una de las viñetas de `Memorias de la Tierra´
La quiebra del capitalismo global, una de las viñetas de `Memorias de la Tierra´
lainformacion.com
Julio Vallejo | aviondepapel.tv
Julio Vallejo | aviondepapel.tv

El dibujante Miguel Brieva es uno de los artistas más combativos del cómic español. Sus colaboraciones en diversas publicaciones y volúmenes, del calado crítico de Bienvenido al mundo: enciclopedia universal Clismón, Dinero o El otro mundo, dejan patentes qué tipo de sociedad no le gusta.  

Ahora publica En Memorias de la Tierra, una recopilación de sus trabajos en prensa a las que ha añadido algunos textos y viñetas, y en la que arremete -como es habitual en sus cómics- contra el poder de la televisión, el capitalismo o la absoluta adoración que tenemos a ese dios llamado dinero.  

Añade esta compilación, además, una especial preocupación por el medio natural en el que vivimos y el carácter insostenible de una sociedad consumista, que nos puede llevar a la destrucción. El nexo de unión de En Memorias de la Tierra es la peculiar visión que un extraterrestre tiene de nuestro planeta.  

No obstante, el gran tema del libro parece ser, como siempre en el artista sevillano, la hipocresía.  

"Nuestra cultura occidental–reflexiona Brieva- se basa en la desconexión entre lo que pensamos y la propia realidad de uno mismo. Ocurre igual con la realidad que presentan los medios de comunicación y lo verdaderamente real. Es la apoteosis de la hipocresía".  

Esta falsa moral es peculiarmente palpable, según apostilla, cuando "vamos con los Derechos Humanos del hombre estampándoselos a todo el mundo en la cara".  

En su deseo de señalar los males de la sociedad occidental actual, Brieva incluso llega a comparar las consecuencias del consumismo de una familia en Navidad con las atrocidades nazis. Una posición que puede parecer extrema, aunque el artista no lo vea como tal. 

"Nuestro mundo es lo más radical que ha existido sobre la faz de la Tierra. Yo simplemente le doy la vuelta. La equiparación entre los nazis y nosotros no es radical. Es verdad que no estamos haciendo un genocidio en una fábrica o un hangar, pero somos sus hijos. Nuestra propaganda es una mezcla de Goebbels y el pato Donald", reflexiona el dibujante andaluz. 

En nuestro sistema, ese adoctrinamiento lo ejerce, según señala el autor, la publicidad, "un arma de destrucción masiva", que engrasaría toda la maquinaria capitalista.  

No obstante, lejos de las grandes palabras, las viñetas del responsable de Dinero están bañadas de un humor negro sumamente corrosivo que le ha llevado a ser definido como una peculiar mezcla entre Robert Crumb y El Roto.  

Dentro de su particular estilo, los contenidos sumamente actuales de todas sus obras contrastan con una estética que parece heredera de la que imperara en Estados Unidos durante los años 50 del siglo XX. 

"La imagen es mucho más impactante -explica el historietista sevillano- si hay un mayor contraste entre el contenido y el continente. Por eso utilizo un continente del comienzo de la sociedad de consumo -de la ingenuidad, donde todo parece feliz- con unos contenidos muy actuales. Eso permite que se achique la historia del capitalismo", dice.  

Sin embargo, el responsable de El otro mundo no se limita a denunciar un mundo occidental que no le gusta, sino que también da pistas en Memorias de la Tierra sobre cómo "desengancharnos de la droga dura de la sociedad de consumo".  

El autor aboga, en cambio, por una labor interior que nos haga repensar todo esto y ver hasta qué punto "nos hace felices". 

"Este proceso de desenganche puede pasar por renunciar a objetos de la vida común, como el coche o muchos aparatos que consumimos compulsivamente, o empezar a trabajar en redes colectivas, hablar con la gente, no ver la televisión y comenzar a pensar", concluye Brieva.

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