Miguel Poveda: "Comencé a cantar para que mis padres sintiesen orgullo de mí"

  • Miguel Poveda, el cantaor catalán que se dio a conocer hace ahora 20 años al "arrasar" en el festival minero de La Unión, asegura que empezó a cantar para que sus padres "sintiesen orgullo" de él porque, según confiesa en una entrevista con Efe, "en otros aspectos no podía complacerlos".

Antonio Parra

La Unión (Murcia), 1 ago.- Miguel Poveda, el cantaor catalán que se dio a conocer hace ahora 20 años al "arrasar" en el festival minero de La Unión, asegura que empezó a cantar para que sus padres "sintiesen orgullo" de él porque, según confiesa en una entrevista con Efe, "en otros aspectos no podía complacerlos".

Poveda, que regresa ahora a La Unión para recibir un homenaje del Festival Internacional del Cante de Las Minas, donde actuará el 6 de agosto y será nombrado, un día antes, Hijo Adoptivo de la población minera, dice que la muerte de su padre ha sido la "pérdida más grande e irreparable" de su vida, y que fue un hombre "discreto, sensible, que hablaba con los ojos".

"De él heredé la sensibilidad", opina el cantaor, quien recuerda emocionado cómo su padre descubrió el flamenco a través de su hijo y "ya era tan o más aficionado" que él mismo.

De su madre resalta que le "regalara la música" y dice: "fue la que me dio una educación y el saber comportarme en los sitios, la mujer que me regaló la música y me inundó los sentidos de ella".

Miguel Poveda, que vive "de forma intensa", asegura que en sus canciones le canta "a la vida misma", a todo lo que ama y añora, a los paisajes y a lo que ocurre en su interior, y explica que la música le permite en muchas ocasiones expresar todo eso. "Y cuando no lo consigues, es frustrante", dice.

Aficionado a la poesía y con especial predilección por Cernuda, a pesar de que nunca le ha cantado, este flamenco sostiene que ninguno de sus trabajos es comercial, aunque casos como el disco de coplas hayan sido un súperventas.

Poveda se siente un "cantaor libre, que tiene la necesidad de levantarse de la silla en ocasiones, aunque tropiece" y afirma, cuando se le pregunta por la flexibilidad de su estilo: "no juego a nada ni pretendo más que cantar lo que me sale de las entrañas".

Convencido de que "no hay nada de mentira" en él ni en su trabajo, cree que lo peor que le puede pasar a un artista es no creer en sus letras, por muy desgarradas que sean, y sostiene: "si no me las creyera me aburriría".

El cantaor, que el 14 de agosto de 1993 puso de acuerdo a todo el jurado del festival de La Unión y recibió la Lámpara Minera -el máximo galardón-, y tres premios más, recuerda de esa noche la emoción de su familia y la "incredulidad de un joven que empezaba en el mundo del flamenco".

Con el pueblo de La Unión afirma a Efe que tiene un "vínculo que estará de por vida" y asegura: "cada vez que vuelvo sigue siendo como aquella noche. La gente se siente orgullosa de ti, de tus logros, como si hubiese nacido allí, sin envidias, sin miradas que lanzan dardos de veneno, con una energía maravillosa".

Para Poveda, la actitud ante el público de un artista depende "del oficio y la profesionalidad", pero sobre todo de cómo se encuentre uno ese día y del entorno porque -añade- "hay algunos más propicios para abrir tu alma".

Preguntado por la crisis y por la desesperanza en el futuro de muchos jóvenes, el cantaor subraya que ni se puede ni se debe ser indiferente ante eso.

"Uno es un ciudadano, un ser humano que debe levantar la voz cuando lo engañan y manipulan", defiende el cantaor, que aclara: "conmigo, con mi familia, con mis amigos va todo esto. No puedo ni debo quedarme indiferente".

Miguel Poveda afirma además que le indigna la corrupción y subraya que casos como el de Bárcenas los vive "con la misma indignación que cualquier español que se sienta estafado, con solidaridad por todas esas familias que pasan verdaderas fatigas por culpa de todos estos ladrones que han llevado el país a la ruina".

El nuevo hijo adoptivo de La Unión dice que su corazón "es un volcán" y que gracias al arte, algo "universal, que no conoce fronteras", ha recorrido el mundo entero y hoy, veinte años después de sus inicios, sigue siendo el mismo.

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