Miles de portugueses se encomiendan a Sousa Martins, su "santo" más popular

  • Como si del santuario de Fátima se tratase, miles de portugueses se dirigen en agosto todos los años hasta la tumba que alberga los restos de José Thomaz Sousa Martins, algunos incluso de rodillas, para pedir o agradecer la intervención "divina" de este médico del siglo XIX, venerado hoy como un santo.

Oscar Tomasi

Lisboa, 25 ago.- Como si del santuario de Fátima se tratase, miles de portugueses se dirigen en agosto todos los años hasta la tumba que alberga los restos de José Thomaz Sousa Martins, algunos incluso de rodillas, para pedir o agradecer la intervención "divina" de este médico del siglo XIX, venerado hoy como un santo.

La peregrinación se convierte en masiva con motivo del aniversario de su muerte hasta el cementerio de Alhandra (30 kilómetros al norte de Lisboa), una prueba del fervor en torno a su figura pese a que su "santidad" es meramente popular, sin reconocimiento alguno de la Iglesia Católica.

Quienes le profesan devoción lo hacen por causa de sus innumerables "milagros", defienden. Enfermos que sobrevivieron al cáncer, padres que le atribuyen la salvación de sus hijos o, simplemente, personas que le rezan para obtener su gracia.

"Tenía un quiste en el pulmón y debía operarme, pero después de pedir a Sousa Martins me desapareció, los médicos no se lo creían", relató a Efe María Pereira, una mujer jubilada cuya historia se asemeja a la de otras decenas de personas reunidas frente al pequeño mausoleo donde descansan sus restos.

Fieles de diferente edad y condición, muchos de ellos protegidos del intenso sol bajo una sombrilla, rindieron homenaje a su particular "santo" y rezaron algunas de las oraciones que honran su memoria mientras esperaban, pacientes -las colas llegaron a durar más de una hora-, para poder entrar y besar su tumba.

El cementerio de Alhandra, un pequeño pueblo de apenas 6.000 habitantes, presentaba con motivo de esta peregrinación un aspecto muy concurrido. Claveles de diferentes colores -deben elegirse en función del tipo de peticiones- y velas servían a los peregrinos para pedir el favor de Sousa Martins.

A su lado, junto a una pared, se agolpan cientos de lápidas de mármol con mensajes escritos en memoria del "doctor", tal y como ocurre a los pies de la estatua que le recuerda en Lisboa, en la plaza Mártires de Patria, también hoy muy visitada por sus seguidores.

En la capital lusa, junto al monumento, se venden diferentes productos de "mercadotecnia". Alcira, la dependienta de la floristería, ofrece medallas, velas, figuras e incluso una especie de ungüento para extenderse por el cuerpo y obtener el favor divino, explica.

Nacido en 1843, Sousa Martins tuvo una destacada trayectoria como médico. Considerado poco menos que un visionario por su carácter progresista, se ocupó de tratar a miles de pacientes independientemente de su clase social y logró fama internacional por sus investigaciones en el tratamiento de la tuberculosis.

Su cercanía a los mas pobres le granjeó un gran prestigio social, y el rumor de que sus cualidades como médico eran poco menos que milagrosas hizo el resto.

Además de la medicina, Sousa Martins -soltero y sin hijos- cultivó otras artes como la física o la botánica. Sin embargo, existe otro lado del personaje menos conocido públicamente, ya que se le relaciona con la masonería e incluso con el espiritismo.

También su muerte esta rodeada de cierta polémica y mientras algunos sostienen que falleció por la tuberculosis otros aseguran que se suicidó antes de que le consumiera la enfermedad con una sobredosis de morfina.

La parte controvertida de su perfil, sumado a su condición de ateo, impiden cualquier posibilidad de canonización, según argumentan responsables eclesiásticos lusos. Sin embargo, la inmensa mayoría de sus "fieles" son católicos y consideran compatibles ambas cosas.

"No le hacen santo porque se mató, ¿sabe?", cuenta en un susurro Encarna, quien trabaja en el museo en el que se ha reconvertido la casa donde nació.

Manuel Joao, pegado a su rosario de color blanco mientras dirige una oración al santo, arguye que la beatificación de Sousa Martins debería ser prioritaria.

"Ha hecho tantos milagros que no se entiende cómo la Iglesia no actúa", se lamenta este vecino de Braga, quien recorrió los más de 300 kilómetros que separan ambas ciudades para estar junto a él.

Tras su muerte en 1897, la fe en este médico se propagó rápidamente por todo Portugal, y más de un siglo después existen comunidades de devotos incluso en Brasil.

Mostrar comentarios