Oreja al sólido valor de Abellán y grave cornada a Ureña en Las Ventas

  • Javier López.

Javier López.

Madrid, 30 may.- El diestro Miguel Abellán cortó una oreja hoy en Madrid gracias a una actuación firme y valiente con una corrida complicada de El Montecillo, mientras que Paco Ureña resultó herido grave.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de El Montecillo, bien presentados y complicados. Encastados y exigentes, primero y cuarto, éste aplaudido. Sin clase el segundo; "orientado" el tercero; soso el quinto; y deslucido el sexto.

Miguel Abellán: estocada atravesada que asoma, pinchazo, estocada y cuatro descabellos (aviso y gran ovación al pasar por su pie a la enfermería); y estocada arriba (oreja tras aviso).

Paco Ureña: estocada baja (silencio); y estocada baja (ovación al pasar a la enfermería)

Joselito Adame: dos pinchazos y bajonazo (silencio); y media, (palmas tras aviso).

Parte médico de Abellán: "Traumatismo craneoencefálico y contusiones múltiples, una de ellas en el tendón del músculo pectoral mayor izado, de pronóstico reservado"

Parte médico de Ureña: "Cornada en cara posterior del muslo izquierdo, con trayectoria ascendente y hacia fuera de 25 centímetros, que alcanza trocánter mayor izado, produciendo destrozos en musculatura isquiotibial, vasto externo y glúteo medio, y que contusiona nervio ciático, de pronóstico grave".

La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde soleada y con viento.

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DE LA ENFERMERÍA AL TRIUNFO

Una tarde para aficionados, para saber reconocer adecuadamente las capacidades de los toreros con una corrida nada fácil. Y en este sentido, destacó la profesionalidad, firmeza y solidez de Miguel Abellán, que fue de la enfermería al triunfo. Ureña, por su parte, se llevó la cruz de una grave cornada, mientras que Adame "se tapó" con una habilidosa actuación.

Abellán recibió de hinojos frente a toriles a su primero, quizás un homenaje al compañero David Mora, el último en ensayar esa suerte en Las Ventas hace ahora diez días, cuando la plaza vivió momentos de conmoción y angustia.

Cuatro lances más de rodillas y nueva larga cambiada sirvieron de broche a una actuación enjundiosa con el capote. En los primeros compases de la muleta llegó el susto: Abellán resultó arrollado en la misma boca de riego.

Maltrecho, con la cara desencajada y el vestido ensangrentado, sin embargo, volvió a la carga sin mirarse para instrumentar una faena sincera y de verdad, con pasajes notables por el izquierdo, el pitón más potable del complicado toro, que "se acostaba" y no perdonaba errores por el derecho.

Lástima que fallara a espadas, pues lo que pudo ser una oreja se quedó en una ovación, que Abellán saludó mientras pasaba por su pie a la enfermería.

Una vez repuesto tras ser revisado por los médicos, Abellán volvió al ruedo para hacer nuevamente "rugir" los tendidos en el saludo a la verónica al cuarto, que saltó en quinto lugar al correrse el turno con el compañero anterior.

El toro, brusco y a la defensiva, no fue rival fácil. Abellán estuvo firme y decidido para no dejarse ganar la partida. Y así extrajo muletazos meritorios por el riesgo que asumió, acabando entre los pitones en un epílogo emocionante.

Agarró una buena estocada y cortó una oreja, premio que, más que a la faena en si, vino a reconocer el compromiso y la actitud mostrada toda la tarde.

Ureña sorteó en primer lugar un toro incómodo, que embestía en línea recta y con tendencia a puntear los engaños, con el que no pudo reeditar el buen sabor que dejó el año pasado en esta misma plaza, en una faena voluntariosa y poco resolutiva.

Correcta sin más fue la labor en al quinto, toro que no aportó nada, al paso y sin rematar los viajes. Ureña quiso hacer las cosas con pureza, y hasta pegó muletazos sueltos de buen corte.

Cuando el conjunto se perdía en el infinito mar de la sosería del toro, surgió un único momento de intranquilidad y congoja, que a la postre sería definitivo, al ser sorprendido el torero en un inesperado envite, con cornada en la parte posterior del muslo izquierdo. Sin embargo no pasó a la enfermería hasta dejar al toro para las mulillas.

El primero de Adame fue un toro que desarrolló sentido a las primeras de cambio, reponiendo y buscando con saña al pequeño mexicano, que pasó apuros en las probaturas antes de terminar con un breve macheteo.

El sexto se movió pero con poca franqueza, siempre con la cara natural, es decir, sin humillar, y pegando un "puñetazo" al final del pase. Adame sorteó como pudo las dificultades del astado, y hasta llegó a interesar en algún pasaje aislado por la derecha.

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