Otra oreja para Del Álamo en la corrida de la prensa de Las Ventas

  • El diestro salmantino Juan del Álamo, que ya obtuvo otro trofeo en la segunda del abono, volvió hoy a cortar una oreja en Las Ventas, esta vez en la tradicional Corrida de la Prensa, festejo que desde hace años se enmarca dentro de la feria de San Isidro.

Paco Aguado

Madrid, 21 may.- El diestro salmantino Juan del Álamo, que ya obtuvo otro trofeo en la segunda del abono, volvió hoy a cortar una oreja en Las Ventas, esta vez en la tradicional Corrida de la Prensa, festejo que desde hace años se enmarca dentro de la feria de San Isidro.

FICHA DEL FESTEJO: Seis toros de Juan Pedro Domecq, terciados algunos y con más cuajo y volumen otros, aunque todos de cabezas muy armadas y ofensivas. De juego dispar, destacó el tercero por la brava calidad de sus embestidas.

El Cid: estocada trasera (silencio); pinchazo y estocada trasera (silencio).

El Fandi: estocada trasera (silencio tras aviso); estocada baja y descabello (silencio).

Juan del Álamo: estocada (oreja); media estocada baja trasera (silencio).

Entre las cuadrillas destacaron Óscar Bernal, picando, y Pablo Saugar, en la brega, ambos con el tercer toro.

La Infanta Elena asistió al festejo desde una barrera del tendido 10, acompañada por la presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid, Carmen del Riego.

La plaza se cubrió en más de los tres cuartos de su aforo en tarde fría, con viento y lluvia intermitentes.

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PREMIO A LA DETERMINACIÓN.

La determinación y la disposición de triunfo del salmantino Juan del Álamo le fueron suficientes para repetir hoy vuelta al ruedo en Las Ventas portando una oreja en su mano derecha, al igual que le sucedió el pasado 10 de mayo cuando entró en el cartel por la vía de la sustitución.

Con la moral crecida del aspirante que va subiendo escalones en la profesión a base de golpes de atención, Del Álamo se encontró hoy con el mejor ejemplar de una dispar corrida de Juan Pedro Domecq y que le puso en bandeja tal vez un triunfo mayor que el alcanzado.

Terciado y abierto de pitones, el toro embistió con calidad desde el primer pase de muleta que le instrumentó el salmantino, siempre con arrancadas prontas y acompasadas hasta el final de cada embroque.

Del Álamo se puso pronto a torearlo, sin probaturas, con una gran decisión que fue, sobre todo lo demás, la mayor virtud de su trasteo, además de la ligazón de los pases en las series de derecha e izquierda.

Aun así, a los muletazos, con un trazo lineal y sin mucho ajuste, les faltó casi siempre el suficiente temple no ya para ralentizar el ritmo de los pases sino para adaptarse a unas embestidas más despaciosas que las muñecas y los estirados brazos del torero, que, tras una buena estocada, cobró una oreja que premió más el conjunto que los matices.

Con el sexto, que fue el más hondo de la corrida y que no regaló como el otro las embestidas por estar justo de fuerzas, esos desajustes del pulso del salmantino se hicieron más evidentes.

En los turnos anteriores, El Fandi se llevó las únicas ovaciones en el tercio de banderillas, el número fuerte de su repertorio. Y sobre todo con el quinto toro, con el que volvió a hacer alarde de facultades y de domino de los terrenos hasta en cuatro pares.

Se le protestó, no obstante que no siempre clavara "asomándose al balcón", sino pasados ya los pitones, lo que motivó los pitos de los más exigentes para compensar el entusiasmo de quienes admiraron su espectacularidad.

Ya con la muleta, El Fandi no aprovechó el excelente pitón izquierdo del segundo, que necesitaba un mayor mando y mano baja para emplearse con clase y profundidad, mientras que con el deslucido quinto, con un toreo igual de plano, el granadino no dejó ver una gran capacidad de resolución.

Por su parte, El Cid volvió a pasar de puntillas por Las Ventas, acusando una notable falta de "sitio", como se conoce en el toreo a la manifiesta inseguridad de los toreros a la hora de plantarse ante el toro.

Ese ya largo bache por el que atraviesa el torero sevillano se dejó ver, sin mucha alarma, tanto con su primero, que se defendió calamocheando, como con el cuarto, un toro de mucha clase al que hizo un buen quite por verónicas a pies juntos, pero que se desfondó en el último tercio por un excesivo sangrado en varas.

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