Pandur hace un "film en vivo" con la bella y triste "Caída de los dioses"

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 22 ago.- Visconti contó en "La caída de los dioses" una "brutal" y "universal" historia al estilo de las tragedias de Shakespeare. Embriagado por su triste belleza, el esloveno Tomaz Pandur ha querido llevarla al teatro y hacerlo de una forma inédita, "plano a plano". "Es -dice a Efe- una película en vivo".

Pandur (Mirabor, 1963) estrenó este montaje, con Belén Rueda en el papel que hacía Ingrid Thulin y Pablo Rivero en el de Helmut Berger, el pasado mes de marzo en Valladolid y de ahí ha ido al Festival de Liubliana (Eslovenia) y al Festival Grec de Barcelona antes de recalar en las Naves del Español en Matadero, donde estará en cartel desde el miércoles hasta el 23 de octubre.

El director de las aclamadas "Barroco" o "Hamlet" se declara en una entrevista con Efe como "un gran fan" de Luchino Visconti (1906-1976), un "genio" capaz de contar "abierta y brutalmente" cosas "tremendas" como en "La caída de los dioses", a pesar de lo cual nunca imaginó que llevaría una obra suya a la escena.

Si embargo, "todo lo que ocurre" le ha conducido a esta historia, "la más bella y triste del mundo", que sigue siendo "la misma" que en 1969 pero "enriquecida por el paso del tiempo".

El punto de partida es la crónica de una familia en los primeros meses del III Reich, desde el incendio del Reichstag (1933) hasta la "Noche de los cuchillos largos" (1934).

"Es un material riquísimo para plantear nuevas cuestiones porque no creo que el teatro esté para dar respuestas sino para hacer preguntas. Por eso he querido regresar al neorrealismo italiano, un periodo que marcó un antes y un después en el cine".

Los Essenbeck reflejan "todo el sobresalto", el conflicto de esa época, "pero es perfectamente trasladable a la actual. Podría ser una historia en Sarajevo, Beirut, Belgrado, Madrid o Berlín, y su alma universal es la que subyace en 'Macbeth', 'Hamlet' o 'Los Buddenbrook', de Thomas Mann", describe.

Los aristocráticos Essenbeck están dispuestos a matarse unos a otros con tal de controlar la fábrica de acero que el patriarca, que ha muerto asesinado, les ha dejado en herencia.

Para entender lo que ocurre, Pandur ha querido ahondar en los motivos de cada personaje para descubrir, por ejemplo, que es la muerte lo que explica el comportamiento de la baronesa Sophie von Essenbeck.

"Hemos querido investigar tanto en la belleza como en su contrario, en el día y en la noche, porque no se puede hablar de amor sin hablar de odio".

Pandur utiliza, una vez más, la escenografía de Numen para su "cinematográfico" montaje, en el que elementos como una cinta transportadora de 20 metros separa las "secuencias", un espejo de 12 metros de largo por 5 de ancho da "contraplanos" o un "marco" permite acercar y alejar la mirada del espectador.

"El resultado es una película en vivo, frente a nuestros ojos", asegura el director, para el que lo más complicado ha sido trasladar el efecto de "planos".

Para el reparto -con Manuel de Blas, Alberto Jiménez, Nur Levi y Fernando Cayo, entre otros- Pandur quiso actores que tuvieran más experiencia en cine que en teatro porque quería que pensaran que cada par de ojos del público eran una cámara.

Cuando conoció a Belén Rueda (Madrid, 1965) supo, como le ocurrió a Visconti con Thulin, que ella "era" la baronesa.

Más complicado lo tuvo para encontrar "al nuevo" Helmut Berger, el actor austriaco que fue "un ídolo, un icono del siglo XX".

"Pablo tiene un increíble potencial, sobre todo porque es un joven actor que viene de un mundo completamente distinto al teatro, tanto que en cada ensayo siempre le digo en broma 'que esto no es una película'. Belén y él son la combinación ganadora", presume.

No le gusta hacer lo que se supone que hay que hacer, ni siquiera lo que se espera de él. "La gente siempre va en busca de lo distinto", afirma Pandur, que cree que en este su sexto montaje en España volverá a sorprender.

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