Piotr Beczala y María Alejandres componen un Romeo y Julieta perfectos

  • Londres.- El tenor polaco Piotr Beczala y la soprano mexicana María Alejandres componen una gran pareja escénica con su compenetración dramática y su perfecto acoplamiento vocal en los duetos de la ópera "Romeo y Julieta", de Charles Gounod.

Piotr Beczala y María Alejandres componen un Romeo y Julieta perfectos
Piotr Beczala y María Alejandres componen un Romeo y Julieta perfectos

Londres.- El tenor polaco Piotr Beczala y la soprano mexicana María Alejandres componen una gran pareja escénica con su compenetración dramática y su perfecto acoplamiento vocal en los duetos de la ópera "Romeo y Julieta", de Charles Gounod.

Se trata del segundo "revival" de una producción del francés Nicolas Joël que se estrenó en este mismo escenario de la Royal Opera House del Covent Garden londinense en 1994 y que en su primera reposición, en 2000, cantaron Roberto Alagna y Angela Gheorghiu.

Esta popular ópera de Gounod se distingue por su línea melódica y sobre todo la belleza de sus arias y de sus cuatro duetos amorosos, que han servido para el lucimiento de generaciones de cantantes.

Es notable además la exploración lírica que hace Gounod de las emociones de los protagonistas, la gran atención que presta a la prosodia, y la claridad en el contrapunto de su orquestación.

Todo ello va unido a una elegancia muy francesa, que, como es habitual en Gounod, se combina con un toque religioso, sentimental y moralizante, muy del gusto de la época romántica.

En declaraciones anteriores a su debut en Covent Garden, la propia María Alejandres explicó que fue ésa la primera ópera que aprendió y que le ha dado suerte, pues con la famosa "aria del veneno", el brebaje que administra el fraile a Julieta para simular su muerte y posibilitar su fuga con Romeo, ganó el primer premio del concurso Operalia de Québec (Canadá) hace dos años.

La cantante mexicana expresa perfectamente en el escenario la rápida transformación que experimenta su personaje desde la casi niña inocente y juguetona del primer acto hasta la mujer madura y la trágica heroína que no vacila en hundirse una daga en el pecho al descubrir que Romeo, al creerla muerta, ha ingerido a su vez una pócima mortal.

María Alejandres tiene voz bella y poderosa, que unida a una gran técnica vocal, le permiten cantar sin apenas esfuerzo las efectistas coloraturas del aria del primer acto y llegar a la profundidad dramática de la parte final, todo ello además con una envidiable claridad de dicción en el francés original.

Su emocionante aria del cuarto acto, "Amour ranime mon courage" es sin duda uno de los mejores momentos de una interpretación de una gran coherencia.

Su compañero, Piotr Beczala, es un Romeo juvenil y ardoroso, con una voz fresca, de bellísimo timbre, y su intensidad dramática y al mismo tiempo su claridad de tono y de proyección hacen recordar al tenor canario Alfred Kraus, uno de los grandes intérpretes de ese papel.

En esta reposición hay que señalar también otras buenas voces como la del bajo barítono británico Darren Jeffrey, como Capuleto, el francés Stéphane Degout como Mercutio, Alfie Boe en el papel de Tibaldo, la excelente mezzosoprano georgiana Ketevan Kemoklidze como el paje Stéphano o el bajo ucraniano Vitalij Kowaljow en el rol de fray Lorenzo.

La dirección orquestal del israelí Daniel Oren es totalmente ajustada a una música como la de Gounod en la que domina absolutamente la melodía frente a un tratamiento más bien conservador de la armonía.

La puesta en escena, más bien convencional, de Nicolas Joël, tuvo al menos la virtud, según confesó a Efe la propia María Alejandres tras la función, de permitir a los cantantes "concentrarse más en la parte musical y lograr más matices vocales", siempre con el respaldo del coro y de la orquesta, que calificó de "maravilloso".

La pasada noche, el público no parecía el habitual del Covent Garden por la abundancia extraordinaria de jóvenes, atraídos sin duda por una rebaja especial para estudiantes.

La soprano mexicana se mostró encantada por la coherencia de todos los intérpretes y la respuesta del público, del que dijo que "fue especialmente cálido, algo que nosotros siempre agradecemos como artistas".

Joaquín Rábago

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