Eduard Punset cierra su trilogía con "El viaje al poder de la mente"

Eduardo Punset no entiende la resistencia, cuando no la incapacidad, del ser humano para cambiar de opinión -"si hasta los monos saben hacerlo!", dice-, de ahí que crea "imprescindible" para salir de la crisis que aprendamos a vencer dicha resistencia.

"¿Por qué los seres humanos, que tenemos un cerebro más sofisticado que el de los simios, no vamos a ser capaces de cambiar de opinión?", se pregunta Punset. Él mismo tiene la respuesta: "lo consideramos una traición, algo inadmisible. Y se puede hacer, el cerebro lo necesita".

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Punset, ex ministro, abogado, economista, profesor universitario y, desde hace catorce años, volcado en la divulgación de la ciencia, en su doble faceta de escritor y de director y presentador del programa de TVE "Redes", hacía esas reflexiones hoy en Madrid al presentar su último libro: "El viaje al poder de la mente", editado por Destino.

Un libro que es el colofón a una trilogía dedicada a analizar la felicidad, el amor y el poder, tres cuestiones, opina su autor, que "estructuran y conmueven al mundo".

Hay mucho de autobiográfico, reconoce Eduardo Punset, en esta última entrega de la trilogía, cuya escritura fue bruscamente interrumpida por una enfermedad, el cáncer, a la que se refiere como un "contratiempo". "La enfermedad -comenta- me acercó a la manada, y por ello le estoy profundamente agradecido; los que cambian son tus allegados, tus seres queridos".

Para quien en otros momentos de su vida ha conocido de cerca lo que es el poder político, ahora, con 73 años, tiene muy claro que no hay mayor poder que el de la mente, "el único que existe", recalca. "Lo paradójico -continúa- es que hayamos podido vivir tanto tiempo, miles de años, sin saber nada de este poder".

"A medida que hurgaba en el corazón de la gente para analizar lo que les pasaba por dentro, lo que ocurría en su interior -escribe Punset en la introducción de su último libro-, constaté que el verdadero y único poder residía en la mente".

En este viaje interior, Punset nos habla de la incapacidad del ser humano por imaginar el futuro, "si no es calcando el pasado", y de nuestra resistencia a "aceptar que las intuiciones son una fuente de conocimiento tan válido como la razón".

Para el autor de "El alma está en el cerebro", "La España impertinente" o "Adaptarse a la marea", entre otros muchos títulos, una de las grandes revoluciones que vivirá el ser humano en los próximos años será conciliar entretenimiento y conocimiento. "Eso de que la letra con sangre entra es mentira", dice quien está convencido de que "el precio de la libertad es una constante infelicidad".

"La experiencia individual de cualquier persona tiene incidencia en su estructura cerebral", destaca Eduardo Punset, que, en su ir y venir de un tema a otro a lo largo de la charla, habla de la importancia que tiene en cualquier persona adulta sus siete primeros años de vida. "Las emociones -recalca- inciden en esas edades tempranas de una manera insospechada".

De ahí que entienda "imprescindible" generar "una cierta autoestima o seguridad" en los niños, "porque la necesitarán para lidiar en su vida de adulto", e inculcar "las ganas por profundizar en el conocimiento y en el amor, que sólo pueden darse -dice- si te han tratado bien en la infancia".

Anima, pues, Eduardo Punset a aprender a "gestionar las emociones", a "no triturarlas", y para ello "tenemos -comenta- que ser capaces de generar en la gente el sentimiento de la empatía, y de aprender a gestionarlo, que no es tarea fácil".

Habla también, desde su experiencia como docente, de la educación, y de una reforma que entiende "obligada". En su opinión, deberá incidir, entre otros muchos aspectos, en que los maestros aprendan a gestionar la diversidad "en un mundo globalizado".

"Estamos programados mentalmente para ser únicos y tal vez en ello resida la explicación de nuestra capacidad infinita para ser felices", que "ahora sabemos definir -escribe Punset en las primeras páginas de su libro- como la ausencia de miedo, al igual que la belleza -por fin lo aprendimos- es la ausencia de olor".