(reportaje) una melodía contra la exclusión

MADRID, 08 (SERVIMEDIA/CHEMA DOMÉNECH)

La Fundación Acción Social por la Música trabaja para mejorar la vida de niños y jóvenes en riesgo de exclusión a través de la formación de coros y orquestas en centros escolares. La revista 'Perfiles' publica en su número de junio un reportaje realizado en uno de estos colegios, donde ha comprobado cómo la música puede convertirse en una poderosa herramienta de cambio social.
El origen de la Fundación Acción Social por la Música se encuentra en Venezuela, en los métodos del músico de esa nacionalidad José Antonio Abreu, que en 1975 fundó el Sistema de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles de ese país para rescatar a niños de la marginalidad, la delincuencia y la pobreza. Abreu, Premio Príncipe de Asturias 2008, empezó con 11 niños y hoy cuenta con más de 500.000 alumnos sólo en Venezuela, y su método, conocido como “El Sistema”, es ya un movimiento internacional con reflejo en más de 25 países. Un movimiento capaz de transformar la vida del ser humano a través de la música.
La presidenta de la Fundación Acción Social por la Música, María Guerrero, lo ha experimentado en carne propia. Abogada y licenciada en Administración y Dirección de Empresas, María trabajaba en un prestigioso despacho de abogados en Madrid, pero algo no encajaba del todo en su vida. Buscaba un elemento que la llenase con mayor plenitud y supo cuál era el día que conoció la labor de José Antonio Abreu. Vio claramente que ninguna gestión empresarial era tan importante como devolver la infancia a un niño, así que dejó su trabajo como abogada y tomó un avión rumbo a Venezuela. Allí se entrevistó con el músico y le habló de su intención de trasladar el movimiento a España. A su vuelta coincidió con Cecilia Fuenmayor, ingeniera venezolana que acababa de terminar un máster en Responsabilidad Social de las Empresas, y junto a ella puso en marcha la Fundación Acción Social por la Música. De eso hace dos años y la fundación ya ha dado frutos, con dos orquestas formadas en sendos colegios públicos de Madrid con alumnos en riesgo de exclusión: el Fernando el Católico y el Pío XII, con más de 100 niños inscritos.
Un grupo de profesores encabezado por Rubén Fernández, director pedagógico y musical de la fundación, se encarga del aprendizaje de los niños. Son buenos músicos que además tienen aptitudes para la pedagogía infantil, sensibilidad social, están formados en valores y comprometidos con el proyecto. Todos reciben un sueldo de la fundación acorde con el trabajo realizado.
“La labor de los profesores es impagable”, confiesa María Guerrero. “Ver cómo gracias a su paciencia y a su cariño los niños van evolucionando es casi un milagro, para mí son héroes”.
Unos héroes armados de instrumentos musicales que ponen en manos de los pequeños. La fundación sufraga los instrumentos, que presta a los alumnos en régimen de custodia. A veces no hay suficientes fondos para adquirir todos los instrumentos así que los fabrican de cartón para que los niños se vayan acostumbrando a cuidarlos hasta que llegue el de verdad.
METODOLOGÍA
En el aprendizaje musical, la fundación emplea una variedad de técnicas pedagógicas reconocidas, como el método Suzuki. Se basa en clases colectivas, aunque todos los alumnos tienen un tiempo de clase particular a la semana. Según María, “nuestro método puede considerarse subversivo por ciertos sectores de la pedagogía musical ya que, al contrario de lo que predican éstos, aquí no se trata de enseñar sólo a los capaces sino de capacitar a todos. Estamos convencidos de que todos los niños pueden aprender música, igual que todos aprenden a hablar. Esto es lo mismo que el idioma, a algunos les costará más y a otros menos, pero todos son capaces”.
El trabajo en la orquesta se traduce en una mejora general del rendimiento y del comportamiento de los niños y niñas que forman parte de ella. Así lo corrobora Ana Fraile, la directora del colegio Pío XII: “Están mucho más motivados, no sólo por la música sino por el saber en general. Los niños de la orquesta se muestran más contentos, se sienten parte importante del colegio y estamos viendo una clara mejoría, sobre todo en comportamiento. En el colegio estamos encantados con la orquesta y ojalá continúe muchos años porque para nosotros es un regalo”.
HERRAMIENTA DE CAMBIO
Para María Guerrero, el poder transformador de la música es ilimitado. “La música es una herramienta de cambio privilegiada”, dice. “Aprender música mejora la capacidad de concentración y la capacidad intelectual, educa en el pensamiento lógico, cultiva la disciplina, motiva y fomenta la creatividad. Mejora la inteligencia emocional y enseña a comunicarse con el otro. Además, tocar en una orquesta enseña a colaborar con los demás para hacer algo hermoso, positivo y valioso”.
Ana, de seis años (nombre ficticio) aún no lo sabe, pero quizás algún día se aferre al violín como el instrumento que le salvó del precipicio de un padre que se marchó de casa y que de vez en cuando aparece sólo para causarle problemas a su madre. Quizás Samuel –tampoco es su nombre real– recuerde a sus profesores de música como auténticos héroes que lo salvaron del clima de violencia instalado a su alrededor. Tal vez Jéssica no olvide nunca que sus problemas de estómago eran consecuencia de una mala alimentación, y que en el entorno de la orquesta se promovió una colecta para que en su casa no se volviese a pasar hambre. Puede que dentro de unos años, convertidos ya en hombres y mujeres adultos, con suerte en músicos profesionales, sean conscientes de que sus vidas se transformaron porque un grupo de personas se empeñó en cambiar la melodía en principio destinada para ellos. Será en el momento en que cobrará sentido el sueño del músico Abreu y, por extensión, el de María, Cecilia y todos quienes forman esta Fundación Acción Social por la Música.

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